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cerrarArahy, consagración del mejor producto.
José Ynglada, después de más de una década al frente del emblemático Mentidero de la Villa, emprende aventura en solitario.
Arahy es el nombre de su esposa y el que ha elegido el chef como tributo a ella, que rige la sala con maestría, para su nuevo proyecto en el lugar que antes ocupara el mítico Club 31. Allí, muy cerca de la madrileña Puerta de Alcalá, José (Mundy para los amigos) pretende llevar a cabo su sueño de forma independiente: levantar un local legendario consagrándolo a la materia prima y al buen comer.
Y es que de eso se trata Arahy, de comer muy bien. Sin duda está llamado a engrosar la lista de los mejores restaurantes capitalinos porque lo que sale de su cocina gusta tanto que llena las mesas apenas unos días después de su apertura.
Mundy se ha traído a la clientela de siempre de El Mentidero de la Villa, donde se labró su parcela durante dieciséis años, su hueco entre los paladares más exigentes. Mundy acapara también al habitual de Club 31, nostálgico de la elegancia y discreción de una época pasada que se mantiene, con algunos toques más frescos, en este nuevo negocio. Y Mundy llega también al nuevo comensal, más joven y dinámico, proponiendo una carta breve, muy seleccionada, basada en el producto óptimo, reconocible y en elaboraciones sencillas pero muy efectivas, tremendamente sabrosas, y sin disparar los precios. Se atreve, incluso, con una zona de barra para picoteo «non stop» y las primeras copas de la tarde y de la noche.
En el comedor, el atún rojo es el absoluto protagonista en homenaje a las raíces familiares andaluzas del matrimonio. Se presenta en tiradito con soja, lima y trufa, en tartar con guacamole, con un insuperable picante con wakame y almendras, a la plancha con cebolla caramelizada y foie, en tataki con chipotle o caramelizado con espárragos verdes. Delicioso en todas sus vertientes.
Para acompañar, clásicos como unas buenas anchoas de Santoña o un excelente salmorejo a base de tomates orgánicos o unos boletus en temporada. Para continuar, excelentes carnes escogidas o hasta un arroz meloso con carabinero. Y para terminar, aunque cueste, es imprescindible un hueco, por pequeño que sea, para la selección de postres caseros que elabora cada día el que fuera jefe de repostería de Jockey, Francisco Clavijo, desde los helados a los «petits fours» que endulzan el café.
Y más allá de todo, Arahy arranca con la firme promesa de abrir terraza cuando el tiempo vuelva a permitirlo. Por si faltaran motivos para visitarlo…
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