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Según los expertos, los avatares del tiempo han hecho de este champagne toda una obra de arte.
Queda ya un poco lejos, pero 2003 fue un año lleno de sorpresas… meteorológicas. La región francesa de Champagne no podía imaginar que aquel año climatológicamente devastador fuese a deparar tan buenas noticias en el futuro.
Tras un invierno especialmente crudo, se esperaba una tibia primavera. Pero, quizá, el cambio climatológico tenía ya otros planes: los habitantes de Champagne aún recuerdan las heladas de principios de abril, que destruyeron prácticamente la totalidad de las uvas dispuestas para la vendimia. Sin embargo, gracias un verano extremadamente caluroso (el más cálido en 53 años), los pocos viñedos que sobrevivieron a unos meses escalofriantes lograron salir a flote. El resultado: el Vintage Dom Pérignon 2003, todo un superviviente digno de ser degustado.
Según los expertos, los avatares del tiempo han hecho de este champagne toda una obra de arte: su bouquet es suave, tiene carácter afrutado y toques de regaliz. ¡Ahora solo queda brindar con él!