Tequila Sunrise.
Un profundo respeto por las tradiciones y la perfecta fusión entre el carnoso corazón del agave y la dulzura de la uva.
Mezclar en la coctelera zumo de naranja recién exprimido, hielo y un shot (30 ml) de Excellia tequila. Agitar.
Al oeste de Méjico en las mesetas arcillosas de los Altos de Jalisco –’hay un tequila por cada duda’– se alzan con orgullo las extensas plantaciones de agave que tiñen de azul las escarpadas laderas y profundos valles de la Sierra Madre Occidental. Tierra de charros, mariachis –’un tal José Alfredo’, que diría Sabina– y arraigadas tradiciones, los jimadores cortan a mano las grandes y puntiagudas hojas del agave hasta llegar al corazón de la planta (la piña). En La Alteña, tras una lenta cocción, las piñas se trituran hasta extraerles el “agua de miel”.
En un vaso largo y alto añadir hielo picado junto con la anterior mezcla colada.
Fermentado el zumo de agave y dos veces destilado, se inicia el proceso de envejecimiento en toneles de vino grand cru sauternes y barriles de cognac. Tras pocas semanas nace el Excellia Blanco con su dulce aroma a fruta, vainilla, especias y cuero; nueve meses después el Reposado y su mezcla de notas de miel y madera dorada; el Añejo necesita dieciocho para alcanzar ese carácter elegante y el sabor a uva madura, cacao y hierbas tostadas.
Verter gota a gota la granadina con ayuda de una cuchara larga y remover con un agitador. Decorar con rodaja de naranja.
Madurado al sol alteño, fruto de la colaboración, los valores y la experiencia de dos hombres -Jean-Sébastien Robicquety Carlos Camarena-, un profundo respeto por las tradiciones y la perfecta fusión entre el carnoso corazón del agave y la dulzura de la uva nace Excellia, auténtico, excepcional.