Dando caña.

Motril, ciudad granadina, ha sido siempre protagonizada por su producción de azúcar.

En un rincón de Granada, mimado por el mar Mediterráneo y protegido de los gélidos vientos de Sierra Nevada por las crestas de Sierra Lújar, se encuentra Motril, cuya historia y antigüedad se caracterizan por el comercio del azúcar que ha supuesto la base de su economía desde tiempos del Reino nazarí.

Desde entonces la caña de azúcar se extendió por una parte importante de la costa mediterránea dada sus inigualables condiciones climáticas y medioambientales. Con la conquista del Reino de Granada, y su incorporación a la España cristiana, aumentó la elaboración y comercialización del azúcar.

La caña determinó y protagonizó desde entonces el paisaje de extensas zonas, no solo por sus plantaciones sino por la inmensa cantidad de árboles que cubrieron los montes granadinos para alimentar el fuego requerido para la elaboración del azúcar. En el momento de máximo auge del cultivo y la recolección de la caña de azúcar llegaron a existir hasta siete fábricas, necesarias para lograr cubrir la inmensa demanda de azúcar, miel y ron de caña.

Los trabajos de recolección comenzaban en marzo, mes en el que ataban la parte superior de las cañas para que no las tumbase el viento, y a principios de abril se iniciaba la recogida de la zafra. Tras retirar el cogollo áspero de las cañas, la ragua, los arrumbadores amontonaban las cañas en fajos y así pasaban a las fábricas. Ahí eran prensadas para extraer el jugo que luego se convertirá en melaza, y posteriormente en azúcar mediante la cristalización.

Durante tres siglos el azúcar proporcionó riqueza productiva, mercantil y financiera, interrumpida por graves crisis económicas e invasiones piratas. Es entonces cuando Colón descubre América y la caña de azúcar navega a las haciendas del Nuevo Mundo, donde enraizó de tal manera que ha sido estimada como elemento vertebral de la cultura caribeña.

La maquinaria de vapor del siglo XIX permite prolongar la presencia dulce en la ribera granadina y malagueña hasta el 2006 cuando cierra La Azucarera del Guadalfeo, la última fábrica de azúcar del continente.  Desde entonces, el mar de cañas que se distinguía desde lo alto de la atalaya de Salobreña o el que se podía ver al aterrizar en el aeropuerto malagueño,  han pasado a la memoria de los lugareños o las fotografías que quedan de aquellos tiempos.

Sin embargo, a pesar de que sus plantaciones están prácticamente extinguidas, la cultura de la caña pervive en los corazones de todos los motrileños, cuya sangre siempre llevará la dulzura de su melaza. Dulzura de la que se puede disfrutar con «el secreto mejor guardado» de la Costa Tropical, el Ron Turismo, la propuesta con la que la Bodega Ron Montero y su ron de caña de azúcar celebran su 50 aniversario; un viaje por el cultivo milenario de la caña de azúcar en el que conocer las bodegas o un museo único en Europa como el pre-industrial de la caña de azúcar, una ruta gastronómica por más de 70 establecimientos de Motril, Salobreña, Almuñecar y La Herradura con platos, cócteles y dulces elaborados con Ron Montero y además de numerosas actividades que celebran al tiempo los 1200 años desde que los árabes introdujeran la caña de azúcar en este inigualable rincón tropical de Europa.

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