Test drive el nuevo Rolls-Royce Dawn, el super convertible de lujo. Probamos el Rolls-Royce Dawn. Emociones en versión convertible.
“Británicamente” divertido. Sofisticadamente emocional. Placenteramente Rolls Royce. Así es el nuevo Dawn.
No se trata sólo de la majestuosidad de la máquina. Tampoco sólo de la sabida personalización in extremis que puedes hacerle al vehículo. Menos, se trata sólo de la herencia de marca. El nuevo Rolls-Royce Dawn se trata de mucha diversión y más sensaciones a lo Rolls-Royce, pero en versión convertible.
Pude ponerlo a prueba este fin de semana y la primera impresión es que, al sentarte en él y cerrando los ojos, puedes regocijarte con su tacto. Formas y texturas que saben a pura magia para tus dedos. Allí donde precisas una curva, la línea deja de ser recta. Allí donde prefieres metal, termina la madera. Todo está pensado para que tu sensación de placer aumente en cada kilómetro.
Pero la prueba de manejo que estaba buscando era la de llaves puestas. Y ahí, el poderío del Rolls-Royce Dawn se siente aún antes de haberlo arrancado. Una bestia durmiente que espera desplegar su fuerza en el asfalto. Pero tranquilo, porque en el volante sentirás ligereza, nada para domar. Es un Rolls-Royce y sabe cómo comportarse.
La suspensión es mágica, la dirección divina. La estabilidad que se ajusta automáticamente y más rápido que lo que tu percepción pueda, hace que el Dawn te dé emociones constantes.
Con la capota puesta, el Dawn inspira ganas de conducirlo. Pero cuando el cielo es todo lo que tenemos arriba, este convertible de Rolls-Royce busca diversión, tal vez en ruta hacia el beachclub, el campo de golf o la rutina diaria. Porque si hay algo que tiene el Dawn, es la comodidad de poder usarlo todo el día. Sabe comportarse en toda situación, por supuesto.
Porque refleja el amanecer como búsqueda de lo nuevo, de lo que está por venir. Es el despertar a lo que se viene, las emociones que se abren a lo que está por suceder.
Pura inspiración al volante, ese impulso que te dice que hoy, todo puede ser posible.
Y es que con la creación del Dawn, Rolls-Royce abre una nueva era en descapotables de superlujo. Y se nota.
En el nuevo convertible de la firma inglesa, la perfección viene de serie. Y lo complementa, como en todo Rolls-Royce, con tus gustos y tu marca personal. Ese sello que hace que cada una de estas máquinas sea espectacularmente única.
Pero además de ser espectacular y divertido, es social. Olvídate de tener un descapotable sólo para que el conductor lo disfrute. Aquí se trata de 4 puestos espaciosos, cómodos y en donde cada uno vivirá, desde su perspectiva, la experiencia Dawn. Ese espíritu de la Dolce Vita que se impregnó en los antiguos Silver Dawn, renace para vivir el mismo concepto, pero para el día de hoy.
La sensación al volante Rolls-Royce la llaman “viaje en alfombra mágica”, para mi que pude conducirlo, fue más bien como la sorprendente liviandad de una máquina superlativa. Es decir, impone al volante por sus dimensiones, pero la dirección es tan fluida, liviana… tan rápida en su reacción, que te hace sentir superior.
Eso sí, con la capota puesta, cautiva el silencio que impera en todo el espacio. Algo, de lo que no todos los descapotables pueden presumir. ¿Que el atasco se hace insoportable? Dale 20 segundos al Dawn y , aunque estés a 50 km/hora, el techo lo cubrirá todo. Y para esos momentos, creo que es interesante contar con la personalización de, por ejemplo, los diamantes en el techo. Un detalle que a priori me parecía ostentoso, pero al disfrutarlo, se hace absolutamente maravilloso para los sentidos.
Otra característica que desmarca al Dawn de los convertibles de alta gama es la dimensión del habitáculo. Incluso los altos encontrarán espacio en los asientos traseros.
En el exterior, el Dawn es un Rolls-Royce inequívocamente. Pero es más vibrante, más dinámico, sin perder el espíritu de sofisticación que esperas encontrar en la marca. Es euforia sin despeinarse.
Y si piensas que aquí encontrarás algo del perfil del Wraith, te equivocas. El 80% de la carrocería del Dawn se ha diseñado para ser un auténtico Dawn de esta era. Sí es verdad que la marca continúa con sus señas de identidad a nivel de diseño: 2:1 de altura de ruedas con respecto a la de la carrocería, capó largo, vuelo delantero corto, largo vuelo delantero, una luna trasera compacta y cuerpo con perfil elevado. Eso sí, la silueta se vuelve más sensual, más dinámica, sin perder el alma Rolls-Royce.
Por dentro, el Dawn es artesanía superior. Armonía y diseño se ponen de tu lado para crear un habitáculo lujoso. El suelo está revestido en paneles con poros abiertos de Canadel que fluyen por el interior abrazando los espacios de manera natural.
Las puertas no son tales, son alas que se pliegan para volar por el asfalto.
Hacen que el subir y bajar del vehículo sea cómodo, incluso con faldas y tacones. Y si bien los pasajeros traseros no disponen de puertas independientes, los asientos delanteros se mueven con facilidad para que incluso, desde atrás, la salida sea triunfal y elegante. Y el detalle de cerrar cómodamente las puertas con un botón, le da aún más encanto al viaje que estás por comenzar.
La primera impresión del interior, especialmente con la capota baja, es que no estás dentro de un descapotable de lujo. Es espacioso y amplio, con formas redondeas y líneas que fluyen de manera exquisita para crear un habitáculo excepcional. No es un truco óptico. El espacio es real. Siéntate en los puestos traseros y lo comprobarás.
Si para Rolls Royce la perfección viene de serie, en el interior del Dawn el concepto se refuerza. Todo está allí por una razón. Y tu emoción es la principal.
Hasta las vetas de los típicos paneles de madera del Rolls-Royce juegan también en su estilo. No se trata de decoración simplemente, es parte del diseño que crea una atmósfera muy elegante. Incluso, para quienes no somos fans de este detalle orgánico en los vehículos.
Puedes controlar el cerebro de la tecnología del Dawn con la perilla del Espíritu del Éxtasis (en cuanto te subas la verás), además de tener a buena altura su pantalla táctil de alta definición de 10,25″. Enseguida te haces con ella, porque acepta los mismos gestos que los smartphones.
Para hacer más placentera la experiencia de conducción, el nuevo software incluye un radar y cámaras traseras y delanteras que vigilan la carretera y las eventualidades que pudieran suceder. Esto se traduce en un menor tiempo de respuesta ante imprevistos.
Además, el sistema se apoya en la transmisión asistida por satélite que envía datos a tu GPS para ver más allá que tus ojos. Así, el Dawn se adelantará a tus movimientos y se ajustará a las grandes curvas, por ejemplo.
Hay más, también ajusta la dirección de las luces según tu camino. Para que siempre esté iluminado y tengas mayor profundidad visual. Y si viene alguien de frente, ajustará su intensidad para no encandilar al otro coche.
Otra de las cosas que más me sorprendió es la eficacia de su sistema para avisar sobre posibles obstáculos en los puntos ciegos, así como el sistema de detección térmica, que te alerta si detecta una fuente de calor de forma similar a la humana, en caso de conducción nocturna
Como el Dawn es un convertible, el murmullo constante del exterior podría ser un factor que interrumpa el placer de conducirlo. Pero, en él, el típico silencio del Rolls Royce es elegante. La capota es una superficie completamente suave que utiliza una costura francesa para garantizar el flujo de aire sobre el vehículo pero sin que notes el viento desde el habitáculo.
Pero claro, todo silencio merece ser interrumpido por la banda sonora de tu vida. Así que el sistema Bespoke Audio de Rolls-Royce ha sido diseñado y calibrado para que tanto con o sin techo desplegado, los sonidos emergen fantásticamente por los 16 bafles afinados según su ubicación (detalle divino) con opciones de «teatro» o «estudio» para darte la sensación de estar en un directo.
Otro detalle muy a lo Rolls-Royce es el micrófono de alta sensibilidad que capta continuamente el sonido exterior para poder ajustar el volumen y el tono de tu música sin que te des cuenta. Lo disfrutas, pero no percibes el ajuste.
Volvamos a la conducción. Ya te mencioné que la suspensión era divina. Su secreto es que está diseñada para vigilar durante todo el trayecto el comportamiento específico de la rigidez y distribución de masa. De esta manera, garantiza esa sensación de flotar que Rolls-Royce la llama «alfombra mágica».
La aerodinámica del Dawn juega con un centro de gravedad más bajo en combinación con muelles neumáticos y nuevos soportes. Si a esto le sumas que hay menos variedad de alturas delanteras y traseras, el resultado que obtienes es una conducción estable y sorprendentemente ágil. Esto también es superlujo.
Y aunque estés conduciendo una máquina de 2.500 kg con un motopropulsor twin-turbo V12 de 6,6 litros (algo frecuente en la línea Rolls-Royce), que tiene una potencia de salida de 563 bhp o 420 kW a 5.250 rpm y un par de 780 Nm a 1.500 rpm, el Dawn hace que la experiencia al volante sea extraordinaria. Y basta con pisar un poco el acelerador para sentirlo volar. Y es que el pedal ha mejorado la respuesta en un 30% a medio gas, respecto a otros coches de la marca.
Como estamos hablando de un convertible, seguro que te preguntarás por el espacio en el maletero. Lo hemos puesto a prueba con equipaje de viaje de 3 personas y todo cabía a la perfección. Eso sí, no busques la llanta de repuesto, porque no la encontrarás. Los neumáticos Run Flat del Dawn te dan un respiro de 160 km a velocidades de hasta 80 km/h antes de que necesites cambiarlos.
A pesar de que mis manos no se querían alejar del volante, la prueba de conducción tuvo que llegar a su fin. La conclusión es que si tuviera una vida a la altura de un Rolls-Royce seguramente tendrían un Dawn. Ya que no está pensado para ocasiones especiales, está concebido para que el día a día sea especial. No sólo por el hecho de desplazarte en un descapotable de superlujo. El Rolls-Royce Dawn es cómodo, amplio y la sensación de conducción es espectacular.
“Británicamente” divertido. Sofisticadamente emocional. Placenteramente Rolls Royce. Así es el nuevo Dawn.
Fotos: Oliver Edwards para Rolls-Royce.
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