El 2017 nos trae el nuevo Mercedes AMG GT R.

El más radical y diabólico de los Mercedes, el AMG GT R, tiene en su sangre la marca del Infierno Verde de Nürburgring.

Cuando desarrollas un coche haciéndolo circular por el asfalto de un trazado al que denominan el «Infierno Verde», no puedes hacer algo normal. Cuando el vehículo que quieres construir tiene en su ADN el trazado del circuito norte de Nürburgring, tienes que hacer algo legendario, mítico, digno del lugar donde los sueños tienen un millar de curvas y rectas hacia el horizonte. Cuando te planteas algo así, el resultado es un coche como el Mercedes AMG GT R, el deportivo que ahora coloca en lo más alto de su gama la marca de la estrella de tres puntas.

La relación con el Infierno Verde queda clara desde la pintura, un tono especial que han llamado «AMG green claro magno», a juego con los verdes que han visto pasar en innumerables pasos de curva a este bólido impresionante en el legendario trazado germano. Por supuesto, el verde no es lo único que hace especial mirar al AMG GT R. Su rejilla frontal de perfiles verticales es una herencia del Mercedes AMG GT·3, un vehículo de competición, lo que deja más claro aún que el destino del GT R es dejar a todos atrás. Los guardabarros se ensanchan para aumentar el ancho de vía y mejorar la tracción, mientras que los faldones delantero y trasero ayudan a la aerodinámica del vehículo. El GT R no sólo es bello, es bello para algo. Los ingenieros de Mercedes han desarrollado el «perfil aerodinámico activo» en la parte baja del coche, una pieza de fibra de carbono que se desplaza dependiendo de la velocidad para aumentar aún más las fuerza que le pegan -literalmente- a la carretera.

El objetivo final de toda esa perfección aerodinámica y lo que la marca alemana da en llamar construcción ligera inteligente no es otro que conseguir que cada uno de los 585 CV que puede desarrollar el motor AMG V8 biturbo del GT R se exprese en toda su grandeza, no sólo por sus números, los 3,6 segundos que tarda en alcanzar los 100 km/h y los 318 km/h de velocidad punta, si no por la manera en que los consigue. La sobrealimentación biturbo y el cambio de doble embrague de 7 velocidades, junto con el controlador AMG Dynamic Select para elegir entre los modos Confort, Sport, Sport plus e Individual, no hacen si no certificar que el Mercedes AMG GT R está diseñado en un circuito para ser conducido en un circuito, su espacio natural. Un diablo verde bello y veloz creado en un infierno.

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