1964 Chevrolet CERV II.

Una leyenda de la General Motors recién subastada.

La llegada de la década de 1950 supuso el inicio de una época dorada en la industria automovilística norteamericana, único país preparado para afrontar el crudo invierno de postguerra. En parte, ingenieros que corrían tan rápido o más que sus pilotos tuvieron la culpa. Como Zora Arkus-Duntov, de origen ruso, nacido en Bélgica, estudiante en Alemania, residente en Francia primero y en Estados Unidos después, el padre del Corvette.

Duntov trabajaba para la General Motors desde 1953. En 1962, diseñó un Corvette con la intención de construirlo exclusivamente para las carreras. Tenía motor central, chasis monocasco y un motor de inyección V8 de aluminio. Durante los dos años siguientes, el equipo de Duntov montó el coche para hacerlo competir en la misma clase que el Ford GT40. Lo conocían como el Chevrolet Engineering Research Vehícle II o II CERV, aunque los más extremistas lo conocen como el Corvette más extraordinario que nunca existió.

El II Cerv tenía un cuerpo de fibra de vidrio tensionado y llevaba un V8 de 3.770 centímetros cúbicos, culatas de aluminio, compresión 9:1 e inyección Rochester que producía alrededor de 500 CV. Lo más característico que perseguían era algo con lo que todo el mundo estaba interesado desde 1935, cuando Bugatti consiguió un vehículo con tracción a las cuatro ruedas con una sorprendente aceleración lineal. Así, Duntov y su equipo crearon un sistema exclusivo All Wheel Drive que utilizaba una transmisión automática Powerglide con dos convertidores de par y una transmisión manual de 2 velocidades sin embrague, de tal forma que cada extremo del coche tenía dos velocidades, permitiendo la transmisión directa o una reducción de 1.5: 1. O lo que es lo mismo, el convertidor mandaba al eje delantero el 35% de la potencia a bajas velocidades y el 40% a altas. Los ejes, bielas, válvulas y colectores se construyeron de titanio y las ruedas fueron calzadas con neumáticos experimentales de magnesio. El resultado conseguido fue un coche muy ligero, de 645 kilogramos de peso en vacío, capaz de correr de 0 a 100 en 2,8 segundos y alcanzaba una velocidad máxima de 340 kilómetros por hora.

El Corvette más extraordinario que nunca existió, porque jamás compitió. Una negativa de los directivos de la General Motors debería haber sido suficiente para detener el desarrollo experimental de este prototipo. Sin embargo, Duntov simplemente desarrolló otro deportivo que llegaría a ser el protagonista de muchas carreras y capaz de competir con los Ferrari europeos, el gran deportivo de América. Pero esa es otra historia.

Uno de los desarrollos posteriores del II Cerv fue este de 838 kilos con motor ZL1 V8 de 4.270 cc y 550 CV. Es la que ha salido a subasta el pasado jueves 21 de noviembre en el evento Art of the Automobile patrocinado por RM Auctions y la Casa Sotheby’s en Nueva York, donde ha alcanzado un precio de 1.100.000 dólares.

Más información Sotheby’s rm auctions



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