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Un pequeño paso para el hombre…

O como diría Machado, "se hace camino al andar".

Cuando el hombre llegó a la luna todos vimos sus primeros pasos. Fueron los del comandante Neil Amstrong, el 21 de julio de 1969 a las 2:56 hora internacional, seis horas después de haber alunizado, y después de cinco días a bordo del Apolo 11.

Y si os cuento esto es porque hoy hemos tenido nuestra propia misión espacio_terrenal. Todo empezó después de recoger a Teresa de la guardería, con artilugio navideño hecho por ella de regalo.

Serían las 17:30 y ella y yo, ya montadas en el coche, llamamos a Papá para proponerle pasar la tarde los tres juntos. Y como el frío acobarda, en consenso Jorge y yo decidimos escoger como destino uno de esos centros comerciales, que ahora llenos de luces, colores y muñecos varios, nos iba a ofrecer con seguridad el cobijo y el entretenimiento que andábamos buscando.

Así tras un par de vueltas y un “mira aquí los renos tamaño edifico de tres plantas,  mira allí, qué cantidad de luces”, nos llegó el momento de tomar algo calentito. Así que: ascensor, tercera planta y un “por favor dos cafés con leche y un par de croissants a la plancha”.

En aquel momento Teresa ya estaba bastante inquieta dentro de su cochecito así que decidimos cogerla de la mano y andar un ratito con ella mientras nos preparaban lo que habíamos pedido. Y anduvo, sí, hasta que decidió que estaba mejor sentada en el suelo.

Nos miraba y se reía, quizás porque ella ya sabía lo que iba a pasar después, o quizás no. El caso es que cuando nos quisimos dar cuenta, comenzó a hacer posturita de Van Damme. Véase culito en pompa y piernas separadas de lado a lado, hasta que consiguió la estabilidad que buscaba para ponerse de pie. Ella sola y sin ningún tipo de sujeción.

Y así estuvo unos segundos, observándonos, erguida y con una seguridad en la mirada que hasta ahora no habíamos advertido. Y entonces llegó el momento. El 14 de diciembre de 2012 a las 19:15 hora peninsular, y unos minutos después de haberse puesto en pie.

Fueron sus primeros pasos. Cinco. Hasta que llegó a su padre, con una sonrisa de oreja a oreja y un gritito que seguro, seguro, era un “lo he conseguido”.

Los primeros pasos de su existencia, y el comienzo de un andar en la vida, que a nosotros no se nos va a olvidar.



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