Del twinkle twinkle a la tetera.

Un recorrido musical, una vuelta al principio, un evolucionar y muchos "más más".

Dice la Wikipedia que «las canciones infantiles poseen letras sencillas, con rimas y que suelen ser muy repetitivas». Que generalmente «van acompañadas de movimientos, gestos o juegos motrices, que son de fácil comprensión y memorización, y que además tienen una letra graciosa». Tambien que cantándolas los niños «desarrollan el lenguaje, favorecen la capacidad de comprensión, desarrollan el gusto por la música, favoreciendo el sentido del ritmo y la audición, además de desarrollar su expresión corporal, y favorecer el desarrollo emocional y social, al permitir la integración e interacción con el grupo».

Un todo de bondades en las que los adultos terminamos cayendo igual que los niños. Y así una vez que empieza, se establece una dinámica de sonidos y movimientos, un pelín exagerados, que contagia a todo nuestro entorno, y que a quienes tenemos la facilidad de hacer listen and repeat hasta la extenuación, se nos presenta como un reto rítmico difícil de superar.

El nuestro comenzó hace tres semanas con el descubrimiento de Los Cantajuegos. Hasta el momento Dora, Old McDonald, y las Phonics Songs de la app del iPhone, cubrían nuestras necesidades. Pero tras una conversación con mi amiga Laura, probé a buscarlos en YouTube y desde entonces «Soy una taza», «Chuchuwa» o «Para dormir a un elefante» comenzaron a formar parte de nuestros día a día. De todos. De todos y cada uno.

¿La preferida de Teresa? ¿El top one de todas? «Soy una taza», quizás por eso de los movimientos de manos arriba y abajo, simulando la tetera, el cucharón, el cuchillito y el tenedor. Quizás porque cada vez que la cantamos, se monta un fiestón al que sigue un «más más» de Teresa, cuando llegamos al chú chú de la olla exprés. Quizás porque simplemente a ella le gusta el ritmo…

Pero la verdad es que con ella todos disfrutamos, porque verla bailar y dar esos saltitos merecen muchos «más más» y extenuarse. Y que si además esto sirve para que ella desarrolle el lenguaje, el gusto por la música, el sentido del ritmo, la expresión corporal y el desarrollo social, pues vamos a tener que entonarel  soy una taza forvever… hasta que llegue la siguiente.

Más información Mariya Paskovsky



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