Achaques de madre.
Hasta que no se experimentan todas las sensaciones que tiene ser madre, se carece del criterio necesario para valorar lo que supone ser y estar.
Hasta que no se experimentan todas las sensaciones que tiene ser madre, se carece del criterio necesario para valorar lo que supone ser y estar. Lo digo muy en serio. Ahora me pregunto yo qué trucos han utilizado las madres que conozco, incluso la mía, para haberlo hecho de esa manera tan fluida, tan como si nada.
Cuando te quedas embarazada preguntas, lo preguntas todo. Y muy especialmente te cuestionas la convivencia con tu bebé. El come_duerme, los baños, los cambios de pañal, si llora, si tose. Un poco para hacerte a la idea de lo que te espera. Y unánimemente todos te dicen que los dos primeros meses son los más duros, los más pesados. Sobre todo si hablamos de lactancia materna. Si no, es otro cantar. También duro, pero diferente.
Pues en nuestro caso se cumplió. Esos dos primeros meses fueron duros. Por las tomas, por el desconocimiento, por su fragilidad, por la nuestra. Y llegó el tercero y fue como ver la luz, ocho y diez horas de sueño nocturno del tirón, y al margen de días concretos, todo muy llevadero.
Y cuando ya estábamos acostumbrados entramos en el quinto mes, y con él los descoloques. El primero fue el post viaje Gran Canaria_Madrid / Madrid_Alicante. Ella legó inquieta y yo molida. Las y tantas horas de avión y de aeropuerto solas, y yo con ella a cuestas en modo mochila, me dejaron muy resentida de cuello y espalda, porque siete kilos ya van dejando huella. Lo que sumado a un persistente dolor en la muñeca derecha, con sensación de dos dedos dormidos (según los expertos: síndrome del túnel del carpo derecho en grado moderado, un clásico en las madres), han hecho que coger a Teresa a veces sea un verdadero suplicio.
Así que si a eso añadimos que su repentina inquietud se tradujo en noches en vela despertándose cada dos horas (como al principio), el resultado es que la semana pasada fue de lo más terrible.
Con todo esto quiero decir que cuando uno pregunta, le advierten de muchas cosas, pero de estas… de estas no. Por lo que no he podido encontrar dentro del repertorio popular, nada que me sirviera para mejorar estas situaciones. Y eso que yo no soy de quejarme, soy más de pasar de puntillas por estas cosas, pasarlas en silencio y compartirlas, sí, pero de una forma constructiva, tratando de encontrar el modo de que sean más llevaderas.
Por eso y aprovechando este buen tiempo que ahora nos acerca más al verano, y que hace que los paseos por la avenida de la playa sean la mejor medicina, Teresa y yo nos hemos fijado una nueva rutina. A las 10:00 ya estamos listas para la aventura playera de sol, arena, mar y brisa salada, que siempre acaban en columpios y casita de madera. Para ella diversión, y para mí una forma de poder hacer cosas que no requieren tenerla en brazos constantemente. Y todos contentos.
La moraleja: que hay que cuidar la fortaleza del cuerpo, que ser madre es casi como un deporte olímpico, y los deportistas entrenan, se alimentan bien, y refuerzan aquellas partes de su cuerpo que más van a trabajar. Así que antes de ser madre, un poquito de entrenamiento siempre será una buena opción.
*La foto de esta semana: la imagen de cabecera del blog de Laura.