Si yo fuera tú, sabría que hacer.
Antes de opinar sobre la actuación de alguien, piensa que le llevó a elegir ésa como la mejor forma de hacerlo.
Qué fácil sería hacer acertadamente las cosas que hacen los demás, ¿verdad? En numerosas ocasiones vemos cómo deberían actuar los demás y no lo hacen, juzgamos o criticamos reacciones, o respuestas de jefes, compañeros, parejas, etc. porque en el fondo nosotros sabemos cuál sería la mejor respuesta para dar, la reacción que hubiera sido más adecuada, etc.
Cuando somos nosotros los que estamos en medio de la acción, cuando somos nosotros quienes somos juzgados o criticados por lo que hemos o no hecho, ¿a qué también es cierto que se nos ocurren mil justificaciones de por qué hemos actuado de esa manera?
Nos es fácil encontrar explicación para nuestras actuaciones, nos es fácil salvarnos y entender que hicimos todo lo que podíamos hacer, y que además siempre actuamos de buena fe, mientras creemos que el resto actúa de forma egoísta o al menos poco adecuada.
¿Cómo nos cambiaría nuestro mundo y cómo cambiaría el mundo si antes de emitir un juicio nos pusiéramos en el lugar de la otra persona? hasta que no hayamos andado unos kilómetros con sus zapatos y la piedrecita que va dentro, no sabremos cómo habríamos actuado o reaccionado nosotros al vernos en esa situación.
Te invito a que cada vez que te sorprendas a ti mismo juzgando o criticando a alguien, partas de la premisa que hizo lo que mejor podía hacer, y desde ahí investigues que le llevó a actuar de ese modo. Puede que después pienses que no era la reacción adecuada, pero es seguro que tendrás un conocimiento mayor de lo ocurrido.