Esto era un optimista, un pesimista y un realista…

El realismo no existe en nosotros, somos seres subjetivos debido a nuestras experiencias pasadas, eres optimista o pesimista, tu eliges.

En nuestro día a día, nos posicionamos en una de estas opciones, lo queramos o no, vemos las cosas de forma más optimista, más negativa, o bien determinamos que somos objetivos, y que nuestra percepción es exactamente la realidad, no endulzada ni mermada.

Pero permíteme que te muestre que esto no es real, que el realismo no existe y que con total seguridad, bien te posicionas poco optimista o como pesimista.  El ser humano por definición no es objetivo, ya que todo lo que percibimos, para que sea comprendido requerimos interpretarlo, y para ello, lo pasamos por el filtro de conocimientos que llevamos en nuestra mochila personal, que está nutrido de experiencias que se han almacenado no solo en su «formato» conocimiento, sino que se guardaron asociadas a emociones que experimentamos en aquel momento vivido.

Por lo que nuestra interpretación también pasa el filtro emocional, no únicamente el racional, y en este sentido, según hayan sido nuestras experiencias, estaremos interpretando de forma subjetiva lo que nos suceda en este momento, por lo que aunque sea un poco solo, o mucho, nos estaremos desviando a verlo de forma positiva o negativa.

Esto en si mismo no es ni bueno ni malo, solo es un hecho, ahora bien, lo importante es cuál es la tendencia que cada uno tenemos, y cómo esta desviación de la «verdadera” realidad, nos ayuda o nos perjudica para lograr mejores resultados y ser más felices. ¿En qué modo ver las cosas más negativas de lo que son te ayuda? ¿En qué modo ver las cosas más positivas de lo que son te ayuda?

Sean como sean las cosas, tu bienestar es mayor cuando tú piensas que son mejores de lo que realmente son, por lo que ¿para qué verlo de otro modo?



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La versión más personal de todos nosotros, los que hacemos Loff.it. Hallazgos que nos gustan, nos inquietan, nos llenan, nos tocan y que queremos comentar contigo. Te los contamos de una forma distinta, próxima, como si estuviéramos sentados a una mesa tomando un café contigo.

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