El éxito responde a una fórmula y se puede copiar.
Las reglas que rigen el universo son iguales para todos, sin importar que cada uno seamos distintos. Esto es una ventaja, seas quien seas.
Hay una verdad absoluta, y es que no hay dos seres humanos iguales. También hay otra, y es que si hacemos siempre algo, en la mayor parte de las ocasiones, los resultados que obtenemos son los mismos. Y como no hay dos sin tres, según el dicho popular, hay otra que dice, que tenemos la tendencia a comportarnos de forma repetitiva, es decir, que solemos actuar de la misma manera una y otra vez. Y detrás de estas tres afirmaciones, se esconde la fórmula del éxito.
Efectivamente, cada uno somos distintos, por muchos motivos, desde nuestra concepción genética por ejemplo, que era y es diferente, hasta por las experiencias que hemos vivido, que nos han modificado, y aun más por cómo hemos reaccionado a las mismas, que nos han convertido en lo que somos hoy, tanto por lo que pensamos, así como por cómo actuamos. Esto hace que aunque dos personas lleguen al mismo nivel de lo que pueda considerarse éxito, realmente sean dos éxitos distintos. A primera vista podría parecer que es más un problema que una ventaja, pero como veremos más adelante, en realidad no es así.
Por otro lado, creo que ambos estamos de acuerdo y no precisamos profundizar mucho, en el hecho del que hace años Albert Einstein, nos advirtió, cuando dijo que no hay mayor síntoma de locura, que hacer siempre lo mismo y esperar resultados distintos. Esto es claramente una ventaja para alcanzar el éxito, ya que visto de otro modo, lo que dice es que si alguien, incluso yo mismo, hago algo que me lleva al éxito, con toda probabilidad, si lo repito al absoluto detalle, volverá a llevarme al mismo resultado. Lo que facilita mucho las cosas, porque uno de los primeros pasos para alcanzar grandes logros, es observar qué hacen aquellos que actualmente ya los están alcanzando. Y si lo que quieres lograr aún nadie lo ha conseguido, observa qué han hecho aquellos que han llegado a un lugar parecido al que tú quieres ir. Esto te proporcionará modelos de comportamiento, de hábitos, y te dará estructura desde la que trabajar.
Y vamos con la tercera de las afirmaciones que haciamos al principio. Somos seres especializados en repetir comportamientos, desde tiempos inmemoriables, hemos aprendido a realizar cosas y que en base a la repetición hemos llegado a obtener una destreza realmente admirable. Lo que nos lleva a poder ser los mejores en algo, solo con la acción de repetirlo una y otra vez de forma consciente, mejorando un poco en cada ocasión. Esto solo es positivo, si lo que hacemos es algo bueno, algo que nos lleva a un lugar mejor. Si lo que hacemos es darnos contra una pared, la repetición solo hará que seamos los mejores en una especialidad a la que yo personalmente no le auguro un gran futuro.
Bien, pues ahora, como si de una pócima de brujería se tratara, mezclemos con arte y al gusto, estos tres ingredientes. Comencemos por tomar referencias de qué hay que hacer para lograr buenos resultados en algo, según esas personas que ya lo están logrando. Cuando hayamos repetido suficientemente esas acciones hasta alcanzar una destreza notable, comencemos a añadir matices que son intrínsecos de quienes somos, de nuestras diferencias respecto a otras personas, de lo que nos hace únicos. Y entonces estarás a las puertas de un éxito único, un éxito auténtico, ya que serás capaz de lograr con facilidad lo que para otros parecerá magia, y en verdad es magia en el momento de lograrlo, si no tienes en cuenta los días, meses y años que llevas trabajando en esa dirección. Pero en cualquier caso, el camino habrá merecido la pena, lograste llevar tu vida a un nuevo nivel de excelencia.
Te invito a que comiences desde hoy mismo a aplicar esta sencilla fórmula, porque de una cosa sí estoy seguro, y es que solo si aplicas lo que aprendes, provocarás cambios en tu vida, el hecho de aprender no es suficiente, hay que ponerlo en acción.