Y Nueva York se hizo.

En" La trilogía de Nueva York", Auster maneja, manipula y reinventa el género policíaco, del que hace una relectura posmoderna con tintes metafísicos.

“Necesitamos desesperadamente que nos cuenten historias. Tanto como el comer, porque nos ayudan a organizar la realidad e iluminan el caos de nuestras vidas.” Paul Auster.

Eso dice el escritor y yo me subo al carro de su particular magia narrativa.

Inteligente, incisivo, profundo, tan celebrado como criticado, por las novelas de Auster desfilan personajes extravagantes que rozan el delirio, identidades borrosas, diluidas, señores con nombre de color, edificios de ladrillo rojo, un banco solitario en Willow St., algún que otro tugurio, librerías y cafés, el béisbol, reflejos y espejos, ambigüedades, la sombra de Kafka, la duda de Beckett, las quimeras quijotescas más disparatadas… Y Nueva York. Tan inmensa, tan ecléctica, tan difícil a veces. Y es que no hay Auster sin el ritmo vertiginoso, agitado, rebosante de la ciudad que le vio nacer. Y crecer. Y vivir.

Y es nuevamente el complejo paisaje urbano de su ciudad el escenario de una obra en la que el maestro de la metanovela despliega todo su arte narrativo, todo su simbolismo y esa enorme capacidad de desdoblamiento que tanto le distingue.

Una llamada telefónica equivocada y un entuerto sin deshacer, una “cacería” claustrofóbica e inquietante en la que el Sr. Azul y el Sr. Negro juegan a una especie de escondite macabro, un conjunto de manuscritos inéditos y un escritor desaparecido en turbadoras circunstancias son, respectivamente, los hilos conductores de los relatos que componen su personal Trilogía de Nueva York: Ciudad de cristal, Fantasmas, La habitación cerrada. Tres historias donde novelistas y detectives confunden sus papeles en un enigmático entramado de alter egos, intrigas, relaciones complicadas y misterios sin resolver.

Finales abiertos, los tres. Apresurados, me atrevo a decir. Finales que, aunque muy “austerianos” ellos, son precisamente el lado más oscuro de la obra. Y es que cuando Auster acaba siempre me provoca la sensación de que ha zanjado la historia un poco a boleo, como de un plumazo, como si cansado ya de la trama (y de escribir sobre ella) decidiera plantarle un fin y pasar a otro tema que le resulte mucho más atractivo.

En La trilogía de Nueva York el escritor maneja, manipula y reinventa el género policiaco, del que hace una re-lectura posmoderna con tintes metafísicos. La trama detectivesca sirve para plantear al lector un fascinante juego de espejos, símbolos, guiños y sorpresas; para explorar un mundo extraño, sombrío y perturbador, poblado de personajes fascinantes y ambiguos.

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Título: La trilogía de Nueva York
Autor: Paul Auster
ISBN 
978-84-339-0699-1
PVP con IVA19 €
Páginas344
Traducción Maribel De Juan

Más información Editorial Anagrama



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