Galería de imágenes
cerrarTres libros para reflexionar sobre el futuro de los museos y recordar su pasado.
La actual crisis sanitaria ha acelerado el proceso de digitalización de los espacios de arte. András Szántó, Charles Saumarez Smith y Dan Hicks reflexionan sobre el futuro de los museos.
“Los museos tienen el importante deber de fomentar su función educativa y atraer a un público más amplio. La interacción con la comunidad y la promoción de su patrimonio forman parte integrante de la función educativa del museo”. Este es uno de los principios fundamentales del Código de Deontología del ICOM, elaborado por el Consejo Internacional de Museos. Y es también uno de los pilares sobre los que se construirá el futuro de los museos. De hecho es lema del próximo Día Internacional de los Museos 2021.
Pero antes de adentrarnos en ese porvenir que ya es presente, tenemos que recordar su pasado.
Los museos, tal como los conocemos actualmente, tienen su origen en el coleccionismo y el mecenazgo. Esta idea de valorar e investigar el legado artístico, histórico y documental comienza a gestarse en el siglo XV con el humanismo renacentista como promotor de la corriente. Pero es durante la centuria siguiente cuando se dibuja más claramente la nueva manera de exponer el arte. Así, Vasari proyecta el primer edificio concebido para albergar un museo, el Palazzo Uffizi de Florencia, se esbozan las primeras colecciones reales (gabinetes de curiosidades, de arte, cámaras de las maravillas), hermanas mayores de los futuros museos estatales europeos y se generaliza el comercio de obras de arte, lo que impulsa definitivamente el coleccionismo privado.
Ya en plena Edad Moderna, se consolidan las tres tipologías museísticas: museo de arte, museo de ciencias naturales y museo arqueológico; al tiempo que nacen otras como los jardines botánicos o los museos universitarios, las academias de bellas artes y las sociedades científicas. Consecuencia de tal florecimiento e interés cada vez más popular por la cultura y el arte se inaugura el Museo Británico (Londres, 1759), el Hermitage de San Petersburgo en 1764 y los Museos Vaticanos (Roma, 1782).
En el siglo XIX, los museos nacionales, privados o universitarios son una realidad creciente cuyo modelo se mantiene casi intacto hasta la actualidad, aunque con una marcada tendencia hacia la investigación, la expansión sociocultural y la educación.
Es obvio que los efectos de la pandemia han acelerado la necesidad de concebir un nuevo paradigma de museo. Sin embargo, las especulaciones sobre el futuro de estas instituciones son tan antiguas como ellas mismas. Por no remontarnos de nuevo al origen, allá por el 2005, Umberto Eco soñaba en El museo del tercer milenio con un espacio ideal, el lugar perfecto para “entender y disfrutar un único cuadro (o una sola escultura, o un solo salero de Cellini)”. La mayoría de los debates modernos sobre el futuro de los museos —previos al cierre forzoso (o forzado) de 2020— giraban en torno a la inclusión, la responsabilidad social, la colaboración, el contenido móvil y las exposiciones digitales o la implicación activa del público en las actividades museísticas.
Un año después, diversos museos de todo el mundo han comenzado a reflexionar sobre su esencia, las razones de su existencia, la manera de abordar los retos de esta nueva era y cómo seguir siendo relevantes en el siglo XXI. La crisis sanitaria obligó a los museos a cerrar sus puertas y abrir de par en par sus ventanas digitales. En estos planes inminentes de renovación, la tecnología juega un papel fundamental, pero puede ser también un arma de doble filo sobre todo en los países que sufren una brecha digital escandalosa.
La pregunta es ¿puede ser el museo exclusivamente virtual? No parece. La clave se sitúa en la experiencia y la interacción en detrimento de las grandes exposiciones. También los fondos y colecciones habrán de ponerse al servicio de los experimentos lúdicos, el relato y la colaboración entre instituciones. Se trata de acciones impepinables si lo que se pretende es evitar la estandarización y la obsolescencia precipitada.
Pero no es la digitalización el único asunto que se debate con respecto al futuro de los museos. El expolio colonialista y la obligación de repatriar el arte saqueado a los pueblos dominados, la protección del patrimonio o la compleja financiación institucional son los otros focos que analizan numerosos pensadores y expertos en museología. Y es que como escribe András Szántó en el prefacio de El futuro de los museos: 28 diálogos, “En 2020, tres conmociones convulsionaron el mundo de los museos: la epidemia de coronavirus, el colapso de las finanzas y […] la confrontación con los legados históricos de la injusticia racial y la inequidad estructural”.
El ensayo de Szántó (en inglés) analiza, a través de 28 entrevistas a otros tantos directores de museos internacionales (entre ellos Max Hollein, The Metropolitan Museum of Art de Nueva York; Anne Pasternak, Brooklyn Museum; Tania Coen-Uzzielli Museo de Arte de Tel Aviv; o Marion Ackermann, Staatliche Kunstsammlungen de Dresden), los límites históricos y el potencial aún inexplorado de sus instituciones y cómo se está trabajando para hacer de ellas espacios abiertos, integradores y orientados a la experiencia.
A la venta a partir del próximo 25 de marzo, El Museo de Arte en Tiempos Modernos se aproxima a la realidad museística contemporánea desde el hedonismo. Charles Saumarez Smith se ocupa con elegancia exquisita de lo moderno, lo posmoderno, lo nuevo, lo reinventado, el diseño, la financiación y la globalización. En definitiva, describe la evolución de los museos de arte de todo el mundo durante los últimos ochenta años.
En la otra cara de la moneda se ubica Dan Hicks. El profesor de arqueología en Oxford y curador en el Pitt Rivers Museum desafía a los museos nacidos del expolio colonial británico. The Brutish Museums se remonta a los orígenes del museo Pitt Rivers y realiza una crítica feroz contra la destrucción de Benin (hoy el estado de Edo en Nigeria) por parte de las tropas británicas y el robo de arte consiguiente.
+