Nicolas Mathieu: «Escribir es una forma de devolver los golpes».
Nicolas Mathieu acaba de rebasar la cuarentena, es un adicto a la novela negra y las crónicas periodísticas, sobre todo las de Jean-Patrick Manchette, y acaba de recibir el Premio Goncourt 2018 por la novela Sus hijos después de ellos. Es la segunda del autor cuyos orígenes humildes le cohibían de adolescente a la hora de escribir. Sin embargo, la novela negra arrambló con todas sus inhibiciones y temores y empezó la aventura literaria.
Mathieu nació en Épinal —una región periférica del este de Francia— en 1978. Hijo de un electromecánico y una contable, estudió Historia en Nancy y Cinematografía en Metz tras terminar el bachillerato. Después, ya en París quiso dedicarse a de la Historia del Arte. “Recorrí la misma trayectoria que los escritores de antaño, estudiando humanidades y luego, esperando a ver qué pasa. Aproveché la universidad para adquirir la cultura que normalmente se adquiere en los entornos burgueses”, explica en una entrevista para el diario francés Libération.
Tardó cuatro años en escribir su primera novela, Aux animaux la guerre. No realizó solamente una exhaustiva labor de documentación. Debía combinar sus trabajos (temporales y precarios) con la actividad de escribir. “Me empollé los códigos, me compré libros para estudiar dramaturgia y hasta me hice fichas. Por entonces trabajaba en el ayuntamiento de París, así que me levantaba al alba para escribir antes de la jornada laboral. Así que curré como un condenado”.
Pero también sabía que no debía rendirse. Ceder a la tentación de claudicar no entra en su concepto de escritura. Pues Mathieu, al contrario que para muchos otros autores, el acto de escribir no es una terapia o un desahogo, sino “una forma de devolver los golpes” a la vida. “El hecho de escribir aúna muchas cosas: las frustraciones, las ganas de contar cómo es el mundo, la emancipación… a la postre, todo converge ahí”.
El segundo libro de Nicolas Mathieu venía con premio, pero eso él lo ignoraba cuando decidió ponerse a escribir de nuevo. Tras la novela previa, el escritor había comprendido que debía hablar de lo que conocía, del entorno en el que creció, de la clase obrera, de la importancia de estudiar. Sus hijos después de ellos es una obra impregnada de realidad, inspirada en su propia adolescencia y en la de sus amigos. La trama transcurre en una región siderúrgica francesa durante la década de los noventa, “una región con un pasado industrial tremendo que se ha alimentado con el cuerpo de los hombres, los hombres de hierro”. Un valle olvidado, unos altos hornos extinguidos, un lago y la canícula de una tarde de verano.
“Anthony tiene catorce años y, por puro aburrimiento, acaba robando, junto a su primo, una canoa para ir curiosear a la famosa playa nudista de la orilla de enfrente. Allí lo que le espera es el primer amor, el primer verano, el que marca todo lo que le sucederá después”, adelantan desde AdN editorial.
La acción se sitúa entre las primeras notas de Smells like teen spirit de Nirvana y el Mundial de fútbol del 98. En ese intervalo, las vidas de los protagonistas transcurren a velocidad de vértigo, con la premura y el furor de vivir de una juventud sin horizonte. Un instante nada más antes de que sus sueños se desvanezcan y sus destinos les separen. Hay mucho de determinismo y de transgresión. Sus héroes de instituto desean escapar a costa de desobedecer, infringir, rebelarse. Pero la vida se encarga de devolverlos al redil de lo correcto, bajo el peso espectral de las fábricas.
La novela, recién publicada en España por AdN (Alianza de Novelas) y traducida por Amaya García Gallego, se presenta esta misma tarde en el salón de actos del Instituto Francés de Madrid. Moderará el acto el escritor y periodista Luis García Martín, Luisgé Martín.
Más información AdN. Alianza de novelas