Menchu Gutiérrez: «vivir en un faro es muy distinto a habitarlo».
‘El faro por dentro’ es un relato del último día de la vida de Menchu Gutiérrez en un faro y un homenaje a la luz que hace de éste y de todos los faros del mundo uno solo.
Menchu Gutiérrez (Madrid, 1957) es novelista, traductora y poeta. Ha publicado numerosas obras en prosa y poemarios exquisitos como El ojo de Newton (Pre-Textos, 2005) o Lo extraño, la raíz (Vaso Roto, 2015), en los que combina el verso corto con la prosa poética. La simbiosis resultante levita sobre un laberinto estético indefinido y sorprendente. El mismo sobre el que construye su narrativa: precisa, musical, casi dominada por la lírica y ciertos ecos vagabundos cercanos a Hölderlin, Walser o Kafka.
Ecléctica y prolija en cuanto a géneros, también ha cultivado la biografía literaria —San Juan de la Cruz (Omega, 2003)— y el ensayo, además de colaborar en fusiones artísticas con creadores como el fotógrafo Chema Madoz. En sus letras conviven en perfecta armonía lo sensorial con lo reflexivo, la pulcritud y el ingenio lingüísticos. Escribe como si lo hiciera en voz baja, buscando (y hallando) la palabra adecuada, la que transforma lo anodino en metáfora, la pura narración en estremecimiento.
La traductora de E.A. Poe, W. Faulkner, J. Austen, Joseph Brodsky o W.H. Auden vivió en un faro del norte de España durante dos décadas. Allí, en la punta de la tierra, como una Verne del siglo XXI, se enfrentó a su manera de medir el tiempo, poetizando la soledad, la insolencia del viento, la niebla y el mar. Y allí, en lo alto de la torre, nació El faro por dentro, un bellísimo homenaje a la introspección, al silencio, a la luz. La obra no relata su vida en el faro, sino un instante de aquellos veinte años: el último día que lo habitó, aunque como ella misma afirma, “en un faro vives, nunca llegas a habitarlo del todo”.
El libro —prologado por la autora y compuesto por dos relatos— condensa en menos de 200 páginas todas las emociones experimentadas durante el tiempo que vivió “en el vientre de un animal inmovilizado por un hechizo”; todas las furias de la naturaleza, sus tempestades y naufragios; todo el poder y toda la extrañeza que provocan sus haces luminosos en medio del océano. Y el aislamiento extremo como el horno donde se cocinan las emociones en llamas, las confidencias, los susurros de los fantasmas (propios y ajenos), el rumor de la conciencia.
El segundo texto, Basenji, fue en realidad el primero en nacer. Lo hizo de entre las mismísimas entrañas del faro. Como fruto de sus silencios, Basenji es una raza de perro africano que se caracteriza porque no ladra jamás. Es “el perro mudo que convive con el farero”. Ambas piezas se encuentran completa y recíprocamente vinculadas a la experiencia en el faro, al entorno mayestático, a la sublimidad del mar. Ambas reflejan el viaje introspectivo de Menchu Gutiérrez a través de las tripas del espacio, los recuerdos, la soledad.
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