Last night.

Créeme que estaba convencido de que me vería un 'truño' de película este domingo ...

Créeme que estaba convencido de que me vería un ‘truño’ de película este domingo que, como todo buen domingo que se precie de serlo, termina en la sala de un cine y que, cuando no hay dónde elegir tras ver todas las películas en cartelera que tenía por favoritas, se tiene uno que decantar por la que cree ‘menos mala’.

Este domingo último de junio le toca a una a la que no había prestado demasiada atención «Sólo una noche» (Last Night), el debut como directora de Massy Tadjedin, con Keira Knightley, Eva Mendes, Sam Worthington y Guillaume Canet, que resulta ser una gran película con un intachable guión y una magnífica, aunque discreta, fotografía, por no hablar del vestido de Eva Mendes. Sabrás por el tráiler que es la historia de una noche en la que las dos partes de una pareja se ven tentadas a una infidelidad, uno con una compañera de trabajo y otra con un antiguo amor.

Un cuadrilátero en el que la historia central es, a mi gusto, tan común como creíble como poco enriquecedora o interesante y en el que las otras dos caras son las de mayor intensidad, las realmente interesantes, aunque el espacio reservado sea colateral. Y son interesantes porque juegan dos papeles que parten ganando y salen perdiendo, tan reales como despreciados y, en el mejor de los casos, poco apreciados. Ambos son el objeto de amor y deseo, ambos representan una fuerza capaz de romper un mundo, de inducir la duda y de arrastrar toda fuerza y raciocinio, pero representan también a la vez el amor que no se cura nunca, el amor que vibra en los silencios llenando una vida, ese amor que no impide a otros pero que es sólo uno, irrepetible, imposible y que permanece como una herida abierta, y representan también la necesidad de ser amado y el vacío que se llena con tantas esperanzas como torpezas, esa necesidad de amar por encima de todo principio y de toda ética, incluso haciéndonos daño.

Cabe que yo sea, como dice Alicia, muy condescendiente, pero me comprendo en las cuatro caras, no las justifico aunque me haya visto en situaciones similares. Pero en esa comprensión la realidad es que lamento más la situación de los «ajenos» porque en el Amar, perder es enfrentarse a la soledad… y no somos animal de soledades.

Hace años le escribí a una amiga que «sólo el amor nos salva de la vida«. Así lo creo. Incluso cuando en el intento nos convertimos en seres erráticos que alimentan la necesidad y el vacío aferrándose a los imposibles con un átimo de esperanza. Aunque no cabe duda que esa esperanza es hilo, es luz, es camino.

Love looks goodLife looks good.



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