Bondage confort.

Cada vez que alguien dice "sal de tu zona de confort", pienso en el Bondage.

«Cada vez que alguien dice ‘sal de tu zona de confort’ pienso en el Bondage», comentaba el otro día en facebook a mis amigos. Y ahora sí, podéis preguntarme por qué. Yo una vez salí de mi zona de confort. Nada sexual.

Sexuales y poco placenteros habían resultado los meses anteriores, desde que a mi Director General y a mi Consejero los sustituyeron por otra Directiva que venía a… no sé a qué venía. Recuerdo con ternura a aquel señor compañero entrando en el que había sido mi despacho para susurrarme el poco cariño que ‘los nuevos‘ me tenían por dos simples razones: haber sido y haber hecho. Así, con sus haches y dos amenazantes índice y corazón. Debía mostrarme preocupado y sin embargo le respondía con una agradecida sonrisa, acentuaba el «soy-seré» y el «hago-haré«, por la convicción de la lealtad para con el prójimo y para con uno mismo. Y porque veía en sus susurros la clave de la evacuación: hacer. Hacer más.

Y de hacer y hacer y hacer, la parte más íntimamente irritada resultó ser la de la otra parte. Aquella pasión mútua, muy sado y muy breve, se resolvió con una pomada de 45 días por año trabajado y un pico, un viernes de febrero, a las bravas. Así, de este modo tan simple, a la japonesa -que es de vicio y de empeño en el vicio- fue como salí (aparentemente) de lo que algunos llamarían mi «zona de confort» frente al vértigo de lo que podía parecer una aburridísima perspectiva de mercado.

Comprendo hoy lo de «aparentemente» porque no deja de ser mi zona de confort la de hacer, crear, hacer. Una suerte de Bondage difícilmente justificable, por íntima, por vital, para con el trabajo, con la producción, con la creación. Nada en realidad que no ejerzamos todos en la vida, más y menos, atándonos a pasiones y compromisos de todo tipo, con más o menos placer, con más o menos fuerza y tensión, con más o menos interés, siempre con el consentimiento y a menudo proactivamente. Es muy Bondage una hipoteca, o el préstamo de un coche, como lo es una pareja, porque encontramos que la satisfacción de poseer, de recibir, de amar y ser amados, pasa por el compromiso, por la entrega e incluso por la sumisión. Yo -y dame pan y llámame tonto- me amarré fuerte y sumisamente hace años ya al aprendizaje, el único modo de superar mis pequeñas y limitadas capacidades, y al ejercicio de crear. Comencé a apretarme los cordajes cada vez más fuerte hasta sentirlos, para sentir el pulso, y hasta el desfallecimiento. Si no lo has experimentado, créeme que hay un intenso placer, a veces físico, en el resultado de cada intento de crear sea lo que sea que nunca antes nadie haya creado, aunque para llegar a ello sea necesario el azote y ese sentir que va y viene de estar a merced del otro y de los elementos, a cuerpo.

Un 18 de marzo como hoy de 2011 este magazine de estilo de vida, que dos semanas antes comencé a idear, dibujar, diseñar y desarrollar, vió la luz. Un alumbramiento discreto de dos personas que dos años después lo es también y en distintas medidas de veintitrés más y desde junio del 2012 también del equipo de ABC. Hemos alcanzado 170.000 usuarios únicos y casi 1.300.000 páginas mensuales.

Y no hemos dejado nunca, ni un solo mes, de crecer. Pero esto, este momento de gozo no es fruto -como me dijo un querido amigo una vez- de la suerte. No es fruto de la suerte de haber tenido una buena idea, no es fruto de la suerte de haberla sabido desarrollar, no es fruto de la suerte de haber llegado a un buen acuerdo. No. Es fruto del compromiso con una idea, del aprendizaje, de un trabajo diario y sin posibilidad de desmayo que, como Berta apunta, comienza cada día de cero. Es muy Bondage sacar adelante un proyecto. Lo es si se hace bien. Hay que estar dispuesto a atarse fuerte, a sentir los cordajes, muchos, a sentirse suspendido, a soportar golpes y aún así seguir, a la incertidumbre… pero mucho me temo que para este placer que hoy sentimos al vernos aquí no había otro modo. Y no debe haber muchos más modos de seguir avanzando y progresando para seguir disfrutando. Mi zona de confort, me temo, está aquí. Salir de ella supondría dedicarme a la contemplación. Hay quien disfruta con sólo eso, y yo, ante lo bello, pero el placer lo encuentro en esto. Por duro que resulte.


Resulta curioso y no premeditado, que un año antes de loff.it, hace tres hoy, un mismo 18 de marzo de 2010, en la televisión en la que trabajaba lanzáramos al aire el primer programa de televisión y redes sociales del mundo, de la mano de Melchor Miralles: Twisión. Nunca antes nadie. Nunca después. Como si los 18 de marzo estuvieran predestinados a las grandes cosas. Serán los Idus.

Más información El primeroPrimer Twisión



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