Boda a la vista.

En la I edición de la Pasarela Santillana descubrimos que una novia va más allá del simple blanco.

Agosto no es uno de los mejores meses para hablar de nupcias. Nada más pensar en el tocado, la corbata o los metros de seda que lleva la cola uno se pone a sudar. Aún así este importante acontecimiento acaba despertando los nervios y el gusanillo de todo aquel que se vea envuelto por sus encantos, ya sea novio, madrina, dama de honor, tía o amigo. Son pocos los que se resisten a las búsquedas, con meses y meses de adelanto, de la ‘percha’ perfecta para entrar en el podio de los invitamos más ‘acertados’.

Las bodas forman parte de ese selecto grupo de cosas que tienen la habilidad de resucitar el sentimiento entre los menos emocionados y, en especial, de provocar una sonrisa inmensa a los amantes de las juergas, el buen vestir y a los denominados ‘traicioneros’: aquellos que acaban cambiando a la novia por su vestido.

Esta ceremonia, al igual que la mayoría de ellas, acaba inclinándose con cierto disimulo, y por supuesto sin maldad alguna, sobre otro de los grandes pilares, junto con la alta costura, que dan rienda suelta a la fantasía y el ingenio dentro de la moda. Y es que en España precisamente contamos con estas dos cualidades en altas dosis concentradas…

Así lo hizo ver la I edición de la Pasarela Santillana a finales de junio, donde diseñadores de la talla de Ioz Fiz, Rafael Urquízar o Isabel Zapardiez demostraron que una novia va más allá del simple blanco, volcando toda su personalidad en diseños rockeros, materiales como el cuero, el rojo como punto de partida y la introducción de nuevos conceptos, uniendo sofisticación y naturalidad.

Vestidos hechos en ‘casa’ que formarán parte de grandes momentos y que, seguramente, acabarán cayendo ante los dulces brazos del tiempo, convirtiéndose en piezas con historia, como las que se mostrarán a partir de octubre en Brides The Show, Londres. Coco Rocha, Zara Philips, Joan Collins… 20 prendas cargadas de lujo y acabados perfectos que pertenecieron a auténticos personajes que en su día aportaron una nueva visión a la industria.

Y es que una, que reconoce formar parte del aquelarre de los ‘traicioneros’, entiende eso de que ‘toda novia siempre está guapa’ pero nunca está de más demostrar que no hace falta acudir a volúmenes inhumanos o firmas extranjeras para convertirse en toda una estrella.

Que las princesas con boda a la vista ahora cambian las reglas y en España las empleamos a la perfección.



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