Erotismo. Ver o no ver.
La intensidad de las sensaciones en el valor que una encuentra tras una máscara.
Si cierras los ojos se abre a tu alrededor otro mundo, no hay que buscar más lejos, está ahí, otra dimensión del espacio, de tu cuerpo, de ti misma, de tu partenaire. Si cierras los ojos sientes de otro modo, sientes más, se multiplica la intensidad de todo lo que te toca, la piel es más sensible, los rincones de tu cuerpo florecen, los dedos, los labios, la lengua se entorpecen, se entregan, el gusto, el tacto, el olfato se intensifican. Si cierras los ojos mientras te toca, mientras te acaricia, su tacto es el tacto que deseas y el tacto que desconoces, su gusto es puro, el de su cuerpo, el de sus miembros, la sal de su sudor, el íntimo olor de cada pliegue. Si cierras los ojos es él, o es otro, estás aquí o estás donde tú quieras.
Y con los ojos abiertos está este mundo, oscuro o iluminado, con él, con ella, con un cuerpo conocido o un cuerpo desconocido.
Y hay un mundo intermedio (u otro mundo) tras una máscara, tras una seda, con la visión limitada. Ese mundo en que sabes pero no sabes, que ves pero no ves, en el que queda intensidad para todos los sentidos y se agudiza tu interés por lo que sigue, por cómo sigue, por una dimensión de vuestros cuerpo en que todo lo que no está en el inmediato plano detalle te puede sorprender, alcanzar, en cualquier momento, en cualquier modo, cualquier parte. Y en ese espacio el gusto, el olfato, el tacto, tú, se estremecen con una inusitada intensidad. Está el juego y está el otro, una intensidad multidimensional en la que ver es tan excitante como descubrir y observar a los amantes tras el quicio de la puerta, apreciando tan sólo los pequeños detalles de un cuerpo, de una boca entreabierta, la curva que lleva hacia sus nalgas o un indefinido pliegue, axila, ingle, nalgas.
Y tras una máscara una encuentra cierto valor escondido para un one to one y para lo público, para jugar en la intimidad o para presentarse en una fiesta sin avisar, sin ser reconocida, para desnudarse ante todos, para dejarte acariciar por dedos que no conoces, por labios que no tienen nombre o rostro o voz, o historia, con quien nada te compromete. Valor para agarrar, morder, rozar, lamer, apretar, llevarte a la boca, empujar, arañar, coger del pelo, y evadirte sin reparo, sin la posibilidad de arrepentirte, porque pudiste ser tú o pudo ser cualquiera, con la satisfacción de que tú y tu cuerpo lo habéis disfrutado y sólo tú y tu cuerpo guardaréis el recuerdo. Ver o no ver, o ver apenas. Me quedo con las máscaras, para lo íntimo, para lo público.
Imágenes de la Colección de Lencería Fall Winter 2011 de Chantelle con Eniko Mihalik en el objetivo de Camilla Akrans.