Limelight Gala. Los genes más profundos de Piaget.

Cualquier aficionado a la Alta Relojería relacionará Piaget con los relojes ultra-planos y con los relojes femeninos. Los “connaisseurs” también relacionarán este nombre histórico de la relojería suiza con los brazaletes preciosos, un arte en el que Piaget no tiene rival.

Durante las últimas décadas, Piaget no ha cesado de evolucionar sus Altiplano, el paradigma histórico de los relojes ultra-delgados. Los brazaletes siempre han estado ahí. También han estado siempre los relojes femeninos, encabezados por las grandes piezas que aúnan la Alta Relojería y la Alta Joyería. En el salón ginebrino SIHH de este año hemos visto que Piaget centraba la mayoría de sus novedades en sus relojes femeninos, pero había uno que sobresalía por encima de todos. Confieso que lo vi y quedé embrujado; el Limelight Gala de referencia G0A44167.

No es que este Limelight Gala me asombrara por lo novedoso de su estética. Todo lo contrario. Fue un “déjà vu” en toda la regla. De inmediato me vino a la memoria mi visita a la manufactura Piaget y a una vitrina concreta de su museo donde se resguardaba “el reloj Piaget”. Se trataba de un reloj femenino del año 1972, cuya geometría de caja ya avanzaba lo que serían los futuros Limelight. Pero, por encima de todo, el embriagador encanto de este reloj residía en la combinación de una caja de oro, un brazalete “estilo Piaget” realizado con el mismo metal precioso y una esfera de malaquita verde.

La versión moderna de este icónico reloj es el Limelight Gala que me fascinó en Ginebra. Se trata de un reloj con la característica e inconfundible caja de los Limeligth, realizada en oro rosa y con un diámetro de 32 milímetros. A algunos les podrá parecer un tamaño pequeño, pero es el perfecto para un reloj-joya femenino que prime ante todo la elegancia y no parezca un artefacto extraño cuando se ciñe a una delicada muñeca femenina.

El mismo oro rosa se emplea en su fascinante brazalete, realizado a base de unir un número ingente de eslabones, y de grabar sobre ellos, una vez ensamblados, la histórica decoración “Palace” de Piaget. El resultado es un brazalete precioso de una elasticidad sin parangón. Una cualidad que aún asombra más en un brazalete que transmite una falsa sensación visual de rigidez, como si estuviera elaborado en una sola pieza.

A todo este hardware, Piaget le suma un engaste de 42 diamantes talla brillante en su bisel. El tamaño sí que importa en las piedras preciosas y el de estos diamantes es muy considerable ya que suman nada menos que 4,74 quilates.

El colofón, que además le otorga esa estética tan personal, es el verde de la malaquita con la que está elaborada la esfera. Podría ver este reloj a 50 metros y sabría al instante que se trata de un reloj-joya de Piaget, una personalidad de la que pueden presumir muy pocos guardatiempos. Cierto que estamos en el eslabón más alto de los relojes femeninos Piaget y de que su escasa producción y elevado precio lo convierten en inalcanzable para la mayoría de compradoras, pero es un icono, el faro de una colección tan importante como es la Limelight. Su movimiento es de cuarzo, pero… ¿qué más da?. Además es un cuarzo suizo manufactura Piaget, lo que garantiza una calidad que nada tiene que ver con lo que normalmente entendemos por este tipo de mecanismos.



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