Espermatozoides dorados.
Y pirañas y hormigas y pájaros milenarios… Joyas que aspiran a brindar amparo, fortaleza y suerte.
Todos tenemos joyas valiosísimas que lo son por lo que representan para nosotros, no por su precio, ni por el material en que han sido fabricadas, ni por la exclusividad de su diseño. Esa pulsera heredada o los pendientes que alguien nos regaló o aquel anillo que una vez nos encontramos. Cada uno sabemos cuál es nuestro amuleto. Y nunca nos lo dejamos en casa cuando vamos a necesitar suerte.
Con esa vocación nace cada una de las creaciones de Marta Salinas: “Están hechas para perdurar en el joyero eternamente, para potenciar la personalidad de quien las luce y brindar protección”, explica Marta. Y añade: “Mi deseo es convertirlas en imprescindibles como si fueran auténticos talismanes de la buena suerte capaces de dotar de amparo y fortaleza a sus dueños”.
Salinas se graduó en la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Madrid en 1990. Su especialidad es la pintura. Su pasión, la escultura. ¿Y la joyería? Eso vino de forma natural: “Desde niña siempre sentí fascinación por observar a mi madre y a mi abuela arreglarse con sus collares y anillos”. Así que en 2003, entre lienzos y esculturas, fue encontrando tiempo para las joyas.
¿Y cómo son? Arrolladoras. Primero por sus formas: hojas, pájaros, hormigas, pirañas, flores (y hasta espermatozoides…), dotados de curvas y volúmenes que recuerdan los del cuerpo femenino. Después, por el acabado del oro y la plata que deja apenas pulidos a veces mezclados con piedras preciosas como aguamarinas, topacios o turmalinas que encuentra en África o Hong Kong. Y por último, por la fuerza que transmiten. Echa un ojo a sus espectaculares brazaletes, a sus anillos enormes, a sus gargantillas rígidas. Míralos bien y déjate atrapar. Porque ¿quién no necesita amparo, suerte y protección?