Donna Karan eslabón a eslabón.

Donna Karan ha diseñado estos dos brazaletes de acero, cerámica y cristales, jugando con el blanco y el negro.

En su última visita al museo arqueológico había perdido la noción del tiempo. Las salas conectadas unas con otras, la iluminación tenue y la moqueta color gris, contribuían a su abstracción.

Esta vez se había centrado en las piezas decorativas. Siempre organizaba sus visitas como un juego de relaciones, por eso su viaje por la prehistoria, los íberos, Egipto y Roma tuvo el denominador común de los abalorios.

Brazaletes, collares hechos con una lámina de cobre curvada, pendientes en espiral, cuentas diminutas de vivos colores, conchas y piezas de madera, llenaban su libreta de dibujo.

Le gustaba bosquejar los objetos que le llamaban la atención. Después en casa los perfeccionaba, los coloreaba e incluso llegaba a fabricarlos. Aunque siempre había alguno que terminaba fascinándola. Aquél día fue la pulsera. Una de grandes eslabones de plata y cerámica blanca y negra. No se la podía quitar de la cabeza. Aquellos eslabones de alguna manera le recordaban que todo siempre está conectado. Esa noche una réplica de estaño colgaba de su mano.

Donna Karan ha diseñado estos dos brazaletes de acero, cerámica y cristales, jugando con el blanco y el negro. 107 gramos de sobria elegancia, y una apuesta segura como fondo de joyero, porque combina con todo.

dkny.com



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