Ibéricos de caña alta.
Hay muchas formas de cambiar el mundo; haciendo calcetines, por ejemplo.
Nos ocurre que hay historias que nos seducen tanto como el producto del que es fruto. El caso de Sockaholic es uno de esos.
Y lo es por múltiples razones. La primera está en los propios calcetines. 80% algodón, 17% poliamida y 3% lycra es la fórmula de un calcetín suave, elástico y transpirable. Un diseño de caña alta, cómodo y confortable, unisex. Los colores, rojo tomate, amarillo spectra, granate ladrillo, rosa oruídea, rosa carmín, violeta, azul aure, verde kensington, verde vibrante, lisos, a rayas y medias rayas, o ejecutivos negros con las punteras y los talones de colores o con pequeños lunares. A 6€ par de la 31 a la 46.
Y nos seduce también por otra razón, su origen, una de esas historias de éxito que no podrían gustarnos más: un grupo de amigos, la dificultad de encontrar calcetines «originales, divertídos y de color«, «altos, suaves y de calidad» que dijera tanto de ellos como el resto de su vestimenta. Y así todo sockaholic es como ellos, los calcetines los fabrica una pequeña empresa familiar portuguesa que como tantas otra empresas estaba sufriendo la crisis, así no sólo se genera negocio y empleo sin salir de la península si no que cuentan con la garantía de respeto a los derechos humanos en la fabricación, garantía que también tiene todo el proceso de recolección y manufactura del algodón que utilizan.
La marca no ha hecho todavía un año y ya venden vía web calcetines a todo el mundo. Y nosotros todo en Sockaholic nos gusta, y estamos con ellos en que hay muchas formas de cambiar el mundo, incluído el modo en que ellos han concebido el negocio de los calcetines.