Cuestión de inmediatez.

Siempre le fascinó la inmediatez de las antiguas Polaroids y ya cuando creía que no podría tener esa sensación de instantánea...

A Mario le gusta pasear por las calles, mirar alrededor, sentarse en la terraza de La Trastienda y no perder detalle, siempre con su cámara a cuestas, siempre con el objetivo preparado, porque mucho de lo que para otros pasa desapercibido, para él es el comienzo de una historia.

Pero Mario también es inquieto, amante del tacto del papel y coleccionista de anticuario de peculiares cajas de metal que en los últimos años ha estado llenando de pequeños tesoros: entradas de cine, vegetación en forma de hojas y pétalos, posavasos, recortes de prensa… La última, la de cantos dorados y pintura esmaltada es su favorita.

Esa, la favorita, la rosa y amarilla, ahora está llena de recuerdos fotografiados. Pequeños, de 54 x 86.  Instantes de papel que tras el click pudo tocar, sin pensar en el revelado digital o en la espera de uno analógico. Siempre le fascinó la inmediatez de las antiguas Polaroids y ya cuando creía que no podría tener esa sensación de cámara grande, de película instantánea, de pensar lo que quería fotografiar dándole importancia al momento, al lugar, al objeto en su punto de luz, la descubrió.

Fuji ha vuelto a lanzar al mercado la fotografía instantánea. Un pequeño homenaje hacia las antiguas Polaroid, que fascinaron por revelar y positivar la imagen en 60 segundos. Ésta, con flash de ajuste automático, objetivo retráctil de alta resolución y un visor grande y luminoso, proporciona ahora copias con colores más vivos y de mayor calidad que los de su predecesora.

Fuji



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