Un apartamento para trabajar desde casa.

O como un viejo apartamento puede convertirse en un funcional loft.

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La historia de este antiguo apartamento en Berlín es la de alguien que se disponía a trabajar desde casa y no podía hacerlo en un espacio ya viejo y organizado del clásico y familiar modo en que lo estaba; fue entonces cuando puso su vivienda en manos e ideas de Itay Friedman Arquitects confesando su pasión por el diseño industrial -y su interiorismo- y pidiéndoles que convirtieran aquel espacio en el lugar perfecto para vivir y trabajar.

La idea que da vida al proyecto es la de crear un espacio funcional de modo que los 85 metros cuadrados de la vivienda contasen con una mínima parte íntima -el dormitorio principal- convirtiendo el resto de la vivienda en una caja de cajas, es decir, un conjunto de espacios interconectados que se comportan tanto como espacios en los que se puede trabajar y también vivir, disfrutando de una vivienda que cuenta con habitación de invitados. El hall se convierte en la parte central del apartamento en cuanto a que da entrada a los espacios de la casa y refuerza la sensación de loft. La sala de estar y la cocina son todo uno y ganan el espacio de la habitación de invitados cuando ésta no es necesaria y pueden retirarse los paneles que la esconden.

Claro que no sólo era importante el tratamiento de los espacios, sino su decoración; ladrillo, madera, metal y vidrio -elementos esenciales del diseño industrial que encajaban a la perfección en un antiguo apartamento berlinés- se convierten en la base de un diseño luminoso de líneas depuradas acogedor para vivir, profesional para trabajar.

Se trata, en definitiva, de un apartamento moderno y funcional que saca el máximo provecho de sus 85 metros cuadrados evitando la clásica concepción de loft -un único espacio diáfano- e igualmente de la más clásica distribución de espacios en dormitorios, salón, cocina… Aquí los espacios son y dejan de ser en función de las necesidades de sus habitantes.

Vivir

Pequeños caprichos que ponen un toque de confort en nuestra rutina. Objetos de mesa o decoración que nos hacen sonreír de puro placer estético y sin los que ya no podríamos estar.

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