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Proyecto Serene.

Un momento en la historia de la arquitectura que demostró que la ingeniería es más humana de lo que pensamos.

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Confiamos en nuestra era ciegamente como la más perfecta a nivel estructural. Cuando nos subimos a un avión, ascendemos a un rascacielos o nos subimos en un tren, no somos conscientes del peligro real y eso a veces nos supone un alivio. Sin embargo los ingenieros y arquitectos son humanos, y muchas veces un mal planteamiento o una ejecución errónea son igual de importantes que los cálculos de la estructura en sí.

El rascacielos Citygroup Center proyectado por el arquitecto Edward Larrabee Barnes, es uno de los rascacielos más emblemáticos de Manhattan, el séptimo más alto de su época, y el primero en incorporar en cubierta un sistema de sincronización de masas (especie de péndulo construido para compensar las posibles oscilaciones producidas por el viento).

En junio de 1978, Bill LeMessurier, ingeniero jefe del Citigroup Center, recibe una llamada de un alumno de ingeniería de Harvard que está realizando un estudio sobre el cálculo de la estructura del rascacielos del momento, el Citygroup Center:

Alumno:

-Gracias por el envío de los cálculos pero creo que me faltan los más interesantes, los de los pilares. Mi profesor dice que están colocados en el lugar equivocado.

Bill L.M.:

– Mira quiero que le digas a tu profesor que no sabe de qué está hablando porque no sabe realmente el problema que tuvimos que solucionar.

Sin embargo gracias a esa llamada de teléfono el alumno evitó una catástrofe ya que, acto seguido LeMessurier comenzó a revisar sus cálculos según lo que aquel alumno estimaba incorrecto.

Anteriormente a la construcción del rascacielos, en una esquina del solar existía una iglesia Luterana que había que respetar. Tras numerosos estudios y posibilidades, la solución estructural que se dio al edificio configuró el diseño emblemático que tanta fama le daría: los cuatro pilares principales se situarían en el medio de las cuatro caras de la torre, en vez de en las esquinas.

Para el cálculo de un rascacielos “tipo” bastaría con considerar dos direcciones de viento perpendiculares, es decir vientos en direcciones X e Y. Efectivamente fue lo que se hizo, se consideró viento en X y viento en Y. Sin embargo para la configuración tan especial del Citygroup ¿qué pasaría cuando hubiera viento en X y en Y a la vez?

La disposición de los pilares y el entramado metálico superior no estaban preparados para vientos oblicuos de 113 km/h soplando a 45º, y la temporada de ciclones se aproximaba.

Rápidamente LeMessurier en vez de dirigirse a las autoridades y retrasar la agonía, se plantó frente a los promotores del edificio y los convenció para tomar medidas amistosas sin pasar por los juzgados.

Durante tres meses y por las noches un escuadrón de trabajadores rompía tabiques para acceder a la estructura y soldar chapas de 6cm de espesor, un proyecto encubierto que se denominó Proyecto Serene (Special Engineering Review of Events Nobody Envisioned). Al día siguiente todo estaba perfecto, de forma que la obra pasó desapercibida incluso para los propios trabajadores del edificio.

El fallo se mantuvo oculto durante 20 años hasta que el periodista Joe Morgenstern en 1995 destapó lo acontecido en el periódico The New Yorker. Una llamada que salvó vidas, un ejemplo de ética profesional y un momento en la historia de la arquitectura que demostró que de vez en cuando la ingeniería es más humana de lo que pensamos.

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