La lingerie del número 32.

Belle et BonBon convierte Londres en el nuevo París y nos invita a descubrir un mundo tejido en encaje y terciopelo.

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Le gustaban las luces rojas en medio de la oscuridad, las serpentinas de colores perdidas en el suelo y aquellas alargadas plumas que lo cubrían todo. Era el París de comienzos del siglo veinte, del 32 de la calle Richer, de los bailes prohibidos y el Folies Bergère. Tiempo pasado. A María le hubiese gustado vivirlo entonces, con su delirio, sus vaivenes y su champán mil veces descorchado a medianoche.

Qué más daba el cuándo. María desafiaba el reloj y se vestía de encaje y terciopelo, de satén y tul de princesas, imitando aquel tiempo en el que ellas eran el centro del universo y el atrevimiento sonreía a la inocencia. Fantasías de Mata Haris modernas, vestidas hoy por Belle et BonBon, marca cien por cien inglesa para sorpresa de puristas. La firma nos invita a descubrir en su nueva colección un mundo tejido en encaje, repleto de transparencias, lazos sedosos y cenefas imposibles. Bodies, babydolls, colas de tutú al filo de la espalda, batines desestructurados y sujetadores pensados para devolvernos a aquel tiempo en el que la sensualidad era el juego.

Y María jugaba de nuevo. Anudó la lazada, abrochó aquel último botón despistado y se miró al espejo. Lo había vuelto a hacer. Allí la esperaba él, absorto como siempre en las formas. París empezaba de nuevo, en el 32 de la calle Richer. Esta vez irían juntos

Más información Belle et BonBon

Vestir

Un escaparate lleno de prendas que nos gustan a rabiar. También, avance de los diseños que vendrán, sólo vistos, de momento, en pasarelas, catálogos y showrooms.

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