Una docena de carteles del cine mudo que pondrías en tus paredes

Merecen estar siempre como muestra de un arte al servicio de otro

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Una vez el cine superó su etapa de atracción de feria, en la que el motivo casi único que llevaba espectadores a las barracas y puestos -muchas veces, por no decir en su mayoría, ambulantes- era lo sorprendente de ver proyectadas imágenes en movimiento, una vez se convirtió en un negocio y comenzó a surgir la industria del cine, empezó también la lucha por los espectadores entre las diferentes compañías que iban naciendo para satisfacer su demanda. Y ya que aún no existía la televisión y que la radio estaba en pañales (las primeras emisiones de entretenimiento comenzaron en la década de los 20), la mayor responsabilidad en cuanto a llegar a los posibles compradores de una entrada era de los anuncios en los periódicos de la época y, sobre todo, de los carteles que inundaban las calles.de las grandes ciudades.

Así pues, el séptimo arte daba sus primeros pasos de la mano del diseño gráfico moderno, revolucionado con las vanguardias en esos primeros años del pasado siglo, dando lugar entre ambos a alguna de las piezas de cartelería más bellas de la historia, verdaderas obras de arte al servicio de la gran pantalla, por más que de la mayoría se hallen perdidos los nombres de los artistas de cuyos pinceles salieron todas aquellas piezas gráficas que nos traen, a través de los años, todo el sabor de los comienzos del cine.

Aquí os presentamos una docena de carteles que, por algún motivo u otro, ya sea la disposición de los elementos, su creatividad, la importancia de la película, su simbolismo o, simplemente, su belleza a primera vista, merecen estar siempre como muestra de un arte al servicio de otro, constituyendo un testimonio gráfico de aquella época en la que las películas aún estaban por empezar a hablarnos.De aquellos que, como dice la Norma Desmond de El Crepúsculo de los Dioses, no necesitaban las palabras, porque tenían los gestos.

Metrópolis (Fritz Lang, 1927) 1 / 12

Metrópolis (Fritz Lang, 1927)

La obra cumbre del expresionismo alemán y una de las películas clave del cine con un cartel a la altura de su leyenda. Art-decó aún reconocible y pujante a 85 años de su estreno.

La Quimera del Oro (Charles Chaplin, 1925) 2 / 12

La Quimera del Oro (Charles Chaplin, 1925)

Que Chaplin era ya una estrella se confirma con la sencilla evidencia del tamaño de las letras de su nombre en comparación a las del título.

Intolerancia (D.W. Griffith, 1916) 3 / 12

Intolerancia (D.W. Griffith, 1916)

No sabemos que amenaza es la que pone el peligro a esa mujer con su hijo. Puede que tan sólo yendo a ver la obra maestra de Griffith podamos saberlo.

El gabinete del Dr. Caligari (Robert Wiene, 1920) 4 / 12

El gabinete del Dr. Caligari (Robert Wiene, 1920)

Según muchos, el primer film de terror de la historia. Por lo tanto, el primer cartel que intentaba poner los pelos de punta para atraer a los espectadores. Tranquilo no deja, desde luego.

Tres páginas de un diario (G.W. Pabst, 1929) 5 / 12

Tres páginas de un diario (G.W. Pabst, 1929)

Una mujer aparentemente desnuda entre las páginas de un diario. Puro simbolismo para una de las tres colaboraciones de Pabst con Louise Brooks.

El viento (Victor Sjöström, 1928) 6 / 12

El viento (Victor Sjöström, 1928)

La tipografía, la imagen de la escena, las expresiones de ambos rostros. Todo dirigido a indicarnos que estamos ante uno de los dramas más importantes (e impactantes), de la época.

Avaricia (Erich von Stroheim, 1924) 7 / 12

Avaricia (Erich von Stroheim, 1924)

Fuerza y simbolismo con un sólo elemento gráfico. Esa mano, avariciosa sin duda alguna, que ilustra a la perfección el mensaje que se quiere transmitir al espectador.

El cameraman (Edward Sedgwick, 1928) 8 / 12

El cameraman (Edward Sedgwick, 1928)

Al igual que en sus películas, lo destacado es el perfil inalterable de Buster Keaton en cualquier situación, su marca de fábrica. Y dentro de una impecable construcción gráfica.

El Mundo Perdido (Harry O. Hoyt, 1925) 9 / 12

El Mundo Perdido (Harry O. Hoyt, 1925)

Pocas variaciones, salvo el inevitable cambio en el estilo gráfico, entre lo que pretende este cartel y, por ejemplo, el de la más reciente Godzilla.

El nacimiento de una nación (D.W. Griffith, 1915) 10 / 12

El nacimiento de una nación (D.W. Griffith, 1915)

Otra de Griffith, sin duda uno de los primeros genios del séptimo arte. En esta ocasión, el reclamo es un episodio histórico que todo el mundo conoce el que nos llama a ver la película.

Cleopatra (J. Gordon Edwards, 1917) 11 / 12

Cleopatra (J. Gordon Edwards, 1917)

La primera película que tuvo a la Reina del Nilo como protagonista marca también su cartel las bases del tratamiento que luego tuvieron el resto de las versiones.

El Caíd (George Melford, 1921) 12 / 12

El Caíd (George Melford, 1921)

Cualquiera de las espectadoras de aquel tiempo quería ser la chica del cartel. Romance, exotismo, aventuras y… Rodolfo Valentino, por supuesto.

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