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En otra piel.

Quererse lleva a escucharse y descifrarse, anclando la vida en un entenderse enamorado...

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Tomó el vinilo entre sus manos, era un single; la cara A era uno de esos temas que guarda uno dentro, al fondo a la izquierda y en una habitación cerrada, un refugio en el que acomodarse en los días rojos

Era la fuerza del destino, de Mecano. Y era la historia de su vida desde el día que se cruzara con él por primera vez; lo sabía sin saberlo desde entonces y, ahora que incluso lo entendía, se sentía bien en su vida y en su piel, sabiendo que no importa si el amor es de ida y vuelta o de vuelta al mundo, lo que importa es amar por lo que amar encierra de sentir, más allá incluso del ser

Pero aquella noche era la cara B la que le arrancaba una sonrisa y, en ella, las ganas… El cine.

Durante una hora y media
pude ser feliz
comiendo chocolate
y palomitas de maiz
sintiendo que era yo…

Recordaba tardes e incluso mañanas de cine, a veces acompañada y algunas sola porque para despertar los sueños y salir de su piel para sentirse en otra, nunca había necesitado a nadie, ni había importado tampoco el lugar o el café, su imaginación desbocada y loca era suficiente compañía en esas ocasiones, incluso excesiva a veces.

Está claro que la constancia es la madre de la vida…– dijo él sorprendiéndola al fondo de su habitación de días rojos, ella lo miró sabiendo que no estaba él en su cabeza para saber… pero que leía en sus ojos como en un libro abierto.

Se dio cuenta entonces de que sonaba de fondo el cine, en el portátil. Era una actuación en directo del 88. –Mira el tiempo, inexorable, constante, silecioso, discreto… pero sin dejar de pasar cada día, cada hora, cada minuto… dejando su huella-. Ella reía entonces con él –la moda es siempre genial pero a veces también traicionera– comentó –y los 80 tienen algo de… inconfundibles.-

Claro que había algo sobre lo que no pasaban las modas ni los años, permanecía impertérrito al paso del tiempo, era la emocionalidad de la música, de un acorde o dos, de una voz… sensualidad pura; y también las ganas de vivir historias nuevas, aventuras impensables, de sorprender y sorprenderse, de soñar, de reir, de sentirse en otra piel sabiendo que la suya esperaba a la salida… las ganas de cine y sueños. –Cuéntame una historia o un par– dijo más para si misma que para él –y no me digas que es mentira-.

Él sonrió, porque quererse lleva a escucharse y descifrarse, anclando la vida en un entenderse enamorado; le tendió el periódico señalando la página de la cartelera –¿qué historia quieres?– ella le devolvió la sonrisa y el reto –y tú ¿quién quieres ser hoy?-.

¿Un amante pasajero, quizá? ¿un gánster encubierto? ¿un amigo? ¿un héroe? ¿un músico?- él reía ante la enumeración de personajes así, al vuelo y parafraseados, que iba ella haciendo sobre la página de la cartelera, claro que no hubo decisión, ocurrió lo que ocurría siempre que un alma apasionada como la suya se encendía… se oía una voz en off que gritaba –¡acción!- y todo empezaba a moverse.

La arrastró hacia la puerta camino del cine más cercano para ver y vivir juntos la película menos pensada… para soñar y ser felices durante hora y media llevándose algo de aquella historia para dar calor, vida y nuevo brío a la suya…

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La versión más personal de todos nosotros, los que hacemos Loff.it. Hallazgos que nos gustan, nos inquietan, nos llenan, nos tocan y que queremos comentar contigo. Te los contamos de una forma distinta, próxima, como si estuviéramos sentados a una mesa tomando un café contigo.

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