La vida de las paredes.

Por primera vez Sara Morante ilustra un texto propio, 'La vida de las paredes'. Imágenes, palabras y color que fluyen en un trabajo impecable.

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Es cierto que aunque mis recomendaciones literarias son siempre absolutamente sinceras, no suelo comenzar los textos con impresiones personales. Pero hoy —y espero que me perdonéis la indiscreción— voy a hacerlo. Porque la primera vez que tuve entre mis manos un libro ilustrado por Sara Morante supe de inmediato que no sería la última. Es más, supe que jamás perdería de vista esas siluetas en rojo y negro que sugerían (sugieren) mucho más de lo que se puede apreciar —que no es poco— a primera vista. Porque como todo lo bello, cuanto más lo miras más delicioso lo encuentras.

Pero no es únicamente la belleza, que también; es la sensibilidad, es la energía, la fuerza que trasciende las imágenes con tal intensidad que nos traslada de un plumazo a lugares remotos, a tiempos pasados, como si siempre hubiéramos estado allí. Sara hechiza desde el primer momento y no sólo lo digo yo. Bien lo saben editoriales como Impedimenta, Nördica, Contraseña o Páginas de Espuma —todas ellas volcadas en un estilo de edición exquisito— que han puesto en sus manos tanto portadas como historias enteras. Y es que son muchos los libros que ha ilustrado Sara Morante en su corta —es muy joven— e intensa carrera en el difícil universo de la ilustración.

Pero en su último trabajo recién publicado por Lumen, La vida de las paredes, la ilustradora cántabra debuta como novelista con una historia inquietante cuyos personajes —seres solitarios, tan enigmáticos como los muros que los cobijan— se presentan uno a uno en las primeras páginas del libro ilustrado, cómo no, por la propia autora. Sara hechiza desde el primer momento. Y lo hace tanto con sus palabras como sus dibujos; imágenes que, con su habitual y asombrosa exquisitez, nos llevan a un elegante caserón urbano de principios del siglo XX donde sus habitantes comparten vidas, inquietudes, deseos, temores en torno a la vieja escalera del edificio. El texto les hace honor.

“La vida transcurre tranquila detrás de las paredes del número 16 de la calle Argumosa, o eso parece, porque si uno se decide a entrar y a observar lo que allí sucede, oirá hablar de gárgolas diabólicas que corretean por los tejados, de fotografías que aprovechan la oscuridad de la noche para deslizarse entre los cuadros, y escuchará el canto de un jilguero que pronto se quedará sin voz. Pero esta no es, aunque pueda parecerlo, una casa encantada”. Eso dice la sinopsis. Pero voy a cometer la osadía —una más— de llevarle la contraria. Sí es una casa encantada. Un lugar poseído por la magia que destila cada una de las letras y las imágenes de su autora, esta vez impregnadas de color. Pasión y amor, un talento admirable y un rojo predominante sobre todas las notas cromáticas que conservan, eso sí, toda la poesía y el misterio del imaginario onírico de Sara Morante: surrealista, turbador, cargado de simbolismo.

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Título: La vida de las paredes
Textos e ilustraciones: Sara Morante
Editorial: Lumen
PVP: 21,90 €
Nº de pág.: 128
Fecha publicación: 7 de mayo 2014

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