Descifrando a Augusto Roa Bastos, el autor que reescribió Paraguay.

Con motivo del centenario del nacimiento del escritor paraguayo Augusto Roa Bastos, se publica una edición conmemorativa de su obra cumbre, "Yo el supremo".

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Augusto Roa Bastos nació en Paraguay en 1917. En junio se cumplió su centenario y Asunción, su ciudad natal, lo celebró por todo lo alto otorgándole el reconocimiento que siempre le negó en vida. Y es que este paraguayo universal vivió de exilio en exilio. Primero la dictadura de Alfredo Stroessner le arrebató la nacionalidad y lo envió a Argentina en 1947; después Videla, en el 76, lo sacó del país que fue su segunda patria. Realmente nunca me sentí exilado en Argentina, escribía, país en que me habría gustado nacer si el Paraguay no hubiera existido. No se cansó de repetir que el exilio le hizo escritor, sin embargo jamás dejó de sentirse paraguayo. Fue la literatura la única herramienta que le permitió mantener el vínculo con su tierra.

Al igual que Juan Rulfo —cuyo centenario también se ha celebrado este 2017—, Augusto Roa Bastos fue uno de los precursores del famoso boom latinoamericano encabezado por García Márquez, Carlos Fuentes, Cortázar y Mario Vargas Llosa. Y al igual que el mexicano, se decantó por el mundo rural, anónimo, arcaico y mestizo. Pero, al contrario que la de Rulfo, la obra de Roa está salpicada del delirio de los dementes, los dislates del poder arbitrario, la nostalgia del desarraigo y sobre todo por la ausencia de Paraguay, su gran preocupación.

Marcado por la narrativa de William Faulkner, fue sin embargo galardonado con el Premio Cervantes por tratarse de uno de los autores que con mayor claridad han impuesto el modelo cervantino sobre cualquier otra de sus influencias. No deja de haber en toda su obra un paralelismo con las construcciones cervantinas: momentos sin tiempo, visiones del futuro solapadas por hechos ya sucedidos.

Con motivo de su centenario se ha publicado una edición especial conmemorativa de Yo, el Supremo. Considerada como su obra cumbre y la más atípica de toda su trayectoria literaria, la novela vio la luz por primera vez en 1974. Yo el Supremo Dictador de la República Ordeno que al acaecer mi muerte, mi cadáver sea decapitado; la cabeza puesta en una pica por tres días en la Plaza de la República donde se convocará al pueblo al son de las campanas echadas al vuelo. Con este pasquín clavado en la puerta de la catedral se inicia una novela construida a modo de collage que hostiga a todas las dictaduras, las de siempre y las del porvenir.

En Yo, el Supremo, Augusto Roa Bastos recrea  la figura del dictador José Gaspar Rodríguez Francia, que gobernó Paraguay con mano de hierro entre 1814 y 1840. En sus páginas resuena el poder absoluto, pero también las voces que lo sufren. Polifonías que se contradicen y describen al tiempo la exacerbación del tirano. Pero también planea la tiranía que el propio autor experimentó, la que le condenó al destierro y le convirtió en apátrida.

La nueva edición incluye un estudio preliminar de Ramiro Domínguez, además de un glosario de aclaraciones (Roabastiario) para facilitar su a veces engorrosa lectura, realizado por Antonio Carmona, periodista y amigo personal del escritor. Además se reproduce la portada original de la primera edición de la obra (1974) dibujada por el argentino Carlos Alonso.

También la Real Academia Española (RAE) y la Asociación de Academias de la Lengua Española publicarán una edición especial de Yo el Supremo en memoria del escritor.

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