Panerai. Y el péndulo de Galileo Galilei.

El péndulo de Galileo Galilei marcó un hito en el mundo de la relojería, hoy Panerai lo hace latir de nuevo.

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Cuado pensamos en Galileo es la astronomía, el telescopio y sus desavenencias con el Santo Oficio como muestra del perenne enfrentamiento entre ciencia y religión lo que nos viene a la cabeza; pero Galileo fue un hombre renacentista por encima de todas las cosas, sus intereses fueron diversos y no miraban únicamente al cielo.

A él le debemos, por ejemplo uno de los mayores avances en el difícil asunto de medir el tiempo y así, aunque hoy reconozcamos a los suizos como los más justos y exactos a la hora de construir relojes y a los británicos como los más puntuales, fueron los italianos, en la persona de Galileo, quienes ganaron tiempo a las medidas injustas para llevarlas a la hora en punto.

Galileo estaba ya confinado en su hogar florentino por el Santo Oficio -ni la protección papal cuando comenzó a trabajar en su reloj de péndulo, sobre un mecanismo que ajustaba la exactitud de la medida del tiempo de modo que, desde su puesta en marcha, los relojes fueron unos cuantos minutos más certeros y exactos. Por aquel entonces sus ojos comenzaban a perder facultades hasta el punto de quedarse ciego, primero del ojo izquierdo y luego de ambos.

Fue su hijo Vicenzo quien le ayudó con aquellos dibujos y aquellos trabajos hasta que Galileo recibió el permiso vaticano para trasladarse al que sería su último hogar, cercano al mar. Se despidió del mundo rodeado de sus discípulos, ellos y las visitas que pudo recibir durante su reclusión, fueron garantes de sus últimos trabajos y los primeros en difundirlos lejos de Italia.

Pero aquel reloj de péndulo que ya no pudo construir por sus problemas de visión, estaba en manos de su hijo, quien lo olvidó durante un tiempo. Trabajó después en él e incluso construyó un prototipo que no se conserva; también Vicenzo Galilei falleció antes de dar fin al trabajo incompleto de su padre.

Los Medici, mecenas de Galileo y en la persona de Leopoldo, fueron quienes solicitaron aquel dibujo que conservara Vicenzo y lo obtuvieron a través de Viviani, biógrafo de Galileo. Finalmente fue en 1887 cuando aquella idea galilea de 1641 tomó forma de reloj de mesa y péndulo, fue el relojero florentino Eustachio Porcellotti quien lo hizo cierto. Ambos, el dibujo de Galileo y el modelo de Porcellotti, se conservan en el museo del célebre científico en Florencia.

Y ambos han servido de guía a Panerai para construir 30 unidades numeradas de aquel valioso invento que sólo pueden adquirirse en las boutiques de la firma relojera italiana.

Se trata de un bellísimo reloj de mesa y péndulo construido sobre una base de caoba y bajo una urna de cristal con marco de aluminio lacado en negro y puerta frontal; el mecanismo de escape diseñado por Galileo marca el ritmo al péndulo que marca a su vez el tiempo en sus oscilaciones perfectas; la esfera con números romanos es idéntica a la hiciera Porcellotti y detalles como las ruedas con los dientes labrados a mano, el bisel alrededor de la esfera o el barrilete del muelle, están chapados en oro.

Es un reloj de mesa que exige sólo dos cosas para dar la hora justa: que su base esté en una superficie recta, un pequeño mecanismo en su base, a modo de nivel, permite ajustar esta rectitud, y que se le de cuerda cada ocho días que es el tiempo de autonomía que le conceden los cuatro metros y diez centímetros de muelle contenidos en su tambor.

Este reloj es un invento del pasado con absoluta vigencia hoy en día que no lucirá más que en 30 hogares en el mundo; si quieres que uno sea el tuyo tendrás que acercarte a una boutique de Panerai porque sólo está disponible en ellas.

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