La paradoja del lujo mexicano.

Pineda Covalín y Tane muestran las enormes posibilidades del lujo mexicano.

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Los Estados Unidos de México es el país que tiene más presencia en la prestigiosa lista Forbes que compila las 500 fortunas mayores del mundo. Empresarios como Carlos Slim, Carlos Hank Rhon, María Asunción Aramburuzabala, Alberto Bailleres, Alfredo Chedraui o Emilio Azcárraga lideran empresas dedicadas a la comunicación, la producción de cerveza, la minería o la banca y ocupan importantes puestos en dicha lista.

Sin embargo, apenas existen empresas dedicadas al sector del lujo que satisfagan los gustos de todos esos potenciales consumidores, que nutren las páginas de reportajes en donde se da buena cuenta de los fabulosos yates de lujo que poseen o las villas de lujo que mantienen.

Esta asimetría es doblemente chocante si tenemos en cuenta la tradición artesana precolombina, en la que el oro, las piedras preciosas, la obsidiana en todas sus variedades y la pigmentación eran sabiamente combinadas para ofrecer las sorprendentes obras de arte que engalanan los museos del país.

Las dos excepciones más notables son dos iniciativas jóvenes, dinámicas y dignas de ocupar el puesto que merecen en el sector del lujo mundial. La primera, la que dirigen Cristina Pineda y Ricardo Covalín desde 1996. En sus pañuelos, corbatas, vestidos, bolsos, emplean los mejores materiales y diseños inspirados en el arte azteca y maya y en las obras y colores de los pintores más importantes del país. Pineda Covalín está presente en los principales museos de arte del mundo, como el Guggenheim, el Museo de Antropología de México o el Louvre de París.

La otra es Tane que, desde hace medio siglo se dedica a la fabricación artesanal de productos de plata, tanto joyas como objetos de decoración o como arte-objeto. Su apuesta combina la lealtad a la tradición y la apertura a la modernidad en sus diseños. Como afirman en su página web: «En la actitud de quien adquiere una obra de Tane está implícita la idea de que se compra algo nuestro. Es decir, un objeto realizado enteramente por plateros mexicanos…”. Con un taller propio para formar orfebres desde los años 70, cada año, artistas y arquitectos crean para TANE piezas escultóricas: Mathias Goeritz, Leonora Carrington, Gunther Gerzso, Luis Barragán, Manuel Felguerez, Juan Soriano, Ricardo Regazzoni, Sergio Hernández, Marina Láscaris y Javier Marin, Francisco Toledo, Xawery Wolski, Jan Hendrix, entre otros.

Dos ejemplos exitosos de empresas mexicanas dedicadas al gran lujo, proporcionando trabajo a muchas familias y sosteniendo a comunidades enteras de artesanos de territorios deprimidos, que aseguran que la rica tradición mexicana se perpetuará.

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